Aunque las toallas son objetos que usamos casi a diario, la frecuencia con la que deberíamos lavarlas no está muy clara para muchos, y esto podría tener un impacto significativo en nuestra salud. Para esclarecer esta cuestión, se llevó a cabo un sondeo con más de 2,200 individuos en el Reino Unido que indagó sobre la periodicidad de sus lavados, y los resultados mostraron que no había consenso sobre la frecuencia más adecuada, según un informe de la BBC.
Entre los participantes, un 20% afirmó que solo lavaba sus toallas mensualmente. Por otro lado, un 25% indicó que lo hacía semanalmente, mientras que una de cada 20 personas las lavaba inmediatamente después de ducharse. El 44% restante admitió que solo lavaba sus toallas de forma ocasional, cada tres meses o incluso menos.
Sally Bloomfield, una doctora experta en higiene del hogar y prevención de enfermedades infecciosas, se mostró sorprendida por el porcentaje de personas que lavan sus toallas tan raramente. En su opinión, este hábito podría hacer que las toallas resulten ásperas, llenas de sudor y bastante incómodas para su uso.
A pesar de las confusiones en muchos hogares, la limpieza regular de las toallas es esencial para nuestra salud, ya que no hacerlo podría suponer un «peligro para nuestra salud». La especialista señala que, aunque a simple vista pueden parecer limpias, con el tiempo pueden acumular millones de gérmenes, representando un gran riesgo para quienes comparten el hogar. Cada vez que nos duchamos o nos lavamos, las toallas recolectan residuos de jabones, aceites, maquillaje, células muertas y suciedad. Todos estos elementos en combinación con el agua pueden dar lugar a un entorno favorable para la proliferación de bacterias, hongos y otros microorganismos.
Sally Bloomfield señala que, para garantizar nuestra salud, lo recomendable es lavar ciertos objetos al menos una vez a la semana. Sin embargo, una reciente encuesta revela que esta práctica no es común en muchos hogares. Aunque una frecuencia semanal es sensata, no necesariamente es la óptima, según el microbiólogo Philip Tierno de la Universidad de Nueva York. En un artículo para The Wall Street Journal, Tierno menciona que después de solo unos pocos usos, una toalla puede empezar a acumular bacterias y gérmenes, lo que implica que debería lavarse antes de alcanzar los cuatro usos. Además, advierte que si se percibe un mal olor, es señal de que hay microbios en crecimiento, lo que requiere una limpieza inmediata.