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El riesgo de contagio de VIH a través de la lactancia es considerado muy bajo en mujeres que tienen el virus indetectable en su sangre. Un nuevo estudio ha analizado detalladamente este virus en las células de la leche materna, lo que permite una mejor comprensión de su comportamiento en ese entorno.

La investigación se centra en cómo está presente el VIH en la leche de mujeres que mantienen niveles indetectables del virus en su sangre. Debido a la gran cantidad de células que los bebés obtienen de la leche materna, es esencial entender sus características.

«Proporcionar esta información contribuye a actualizar y afinar las recomendaciones de lactancia para las mujeres que viven con VIH», comentó Laufer.

El estudio incluyó a un grupo pequeño: dos mujeres seropositivas, una de ellas conocida como «Esperanza», quien es una controladora de élite que logra mantener su carga viral baja sin el uso de antirretrovirales, y otra que ha estado en tratamiento por varios años, además de una participante de control. Los investigadores analizaron tanto el VIH libre como el ADN del virus en la leche materna durante las primeras siete semanas de lactancia de «Esperanza», que ha disfrutado de un control viral espontáneo durante nueve años, y de la otra mujer que ha tenido cargas virales indetectables durante más de cinco años.

Laufer señaló que se halló ADN de VIH en cantidades muy reducidas, pero no se detectó ARN del virus que pudiera provocar una infección, lo que sugiere que «el riesgo de transmisión es extremadamente bajo». No obstante, enfatizó que en el ámbito de la lactancia es «esencial comprender que el virus asociado a las células de la leche tiene el potencial de convertirse en un foco de infección si se reactiva». El VIH ARN se refiere al material genético activo del virus presente en el organismo, que puede causar infección, mientras que el VIH ADN representa la forma del virus que se encuentra en las células, pero no necesariamente activa, aclaró la investigadora.

Es necesario realizar investigaciones más amplias para validar estos hallazgos y profundizar en la comprensión del VIH en diversos entornos, explicó Laufer. Sin embargo, consideró que esto representa «un avance importante». En relación al caso de la paciente «Esperanza», mencionó que su situación «no se puede comparar directamente con la de otras personas», aunque sí brinda indicios valiosos sobre lo que ocurre en la leche materna, especialmente en un escenario de control viral extremo. Laufer puntualizó que, a medida que las directrices sobre lactancia materna para mujeres con VIH se actualizan, estos descubrimientos podrían ser útiles para guiar esas decisiones y ofrecer un marco para evaluar los posibles riesgos y beneficios asociados con la lactancia en diferentes situaciones. Subrayó la importancia de seguir explorando el vínculo entre «lactancia y VIH» para poder responder a las inquietudes y aspiraciones de las mujeres que viven con VIH que desean amamantar. Este estudio marca «el inicio de un camino y requerimos más evidencias que ayuden a estas mujeres a tomar decisiones informadas sobre su salud y la de sus hijos», finalizó.

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