Discutir sobre impuestos puede no ser el tema más apasionante en una reunión de trabajo, pero muchas personas podrían sorprenderse al comprender su influencia en nuestra vida diaria. Los tributos que abonamos son fundamentales para financiar servicios y bienes que benefician a la sociedad, como las carreteras, la atención médica y la educación.
Los impuestos aseguran que todos tengan acceso a recursos esenciales, independientemente de su salario, lo cual es vital para el bienestar de nuestros niños y niñas. Un sistema fiscal bien estructurado puede contribuir a crear sociedades más equitativas, permitiendo a sus ciudadanos disfrutar de una calidad de vida superior.
En resumen, los impuestos son un componente esencial en democracias saludables.
Para que esto funcione correctamente, es clave que el sistema tributario sea equitativo, suficiente y progresivo, de modo que cada persona contribuya según sus posibilidades. Esto implica que quienes cuentan con más recursos deben asumir una mayor carga fiscal. El Artículo 31 de la Constitución Española establece que “todas las personas contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio.” Sin embargo, tanto en España como en el resto del mundo, los sistemas fiscales suelen alejarse de estos ideales, dejando mucho espacio para mejorar. Como resultado, nos enfrentamos a un estado del bienestar deficientemente financiado y a una creciente desigualdad. En el caso específico de España, el aumento de grandes fortunas desde 2007 es notable. Según la Agencia Tributaria, la cantidad de individuos con un patrimonio superior a 30 millones de euros alcanzó las 852 en 2022.
A pesar de la competencia entre distintas jurisdicciones y el deficiente diseño del impuesto, solo 235 de los ultrarricos pagaron dicho tributo, lo que representa tan solo un 27,6%. Si observamos la situación en Europa, el 1% más adinerado posee casi la mitad de la riqueza financiera del continente. Desde el año 2020, y pese a la crisis provocada por la COVID y el aumento del coste de vida, los multimillonarios europeos han visto crecer su fortuna en un 33%, alcanzando un total de 1,9 billones de euros el año pasado. Al mismo tiempo, la riqueza del 99% restante de la población europea ha disminuido. En 2022, a pesar de la elevada concentración de riqueza, los impuestos sobre el patrimonio obtuvieron apenas un 5,8% de la recaudación en la Unión Europea, mientras que los impuestos sobre el capital, incluidos los corporativos, representaron un 16,2%. Aunque las grandes fortunas también contribuyen con impuestos sobre sus ingresos y el consumo, este tipo de tributos afecta más a la población más vulnerable, ya que suelen representar una mayor porción de sus recursos. Esto se debe a que cuentan con menos alternativas de ingresos y destinan gran parte de su dinero a necesidades básicas como la alimentación. La población tiene conciencia de esta situación, lo cual quedó evidenciado en la reciente encuesta del CIS de julio de 2023, donde más del 77% opina que el sistema de recaudación no es justo. Asimismo, en el Eurobarómetro 529, un 67% de los encuestados en la Unión Europea expresó su apoyo a un aumento de los impuestos sobre los más ricos, con el fin de financiar programas de ayuda para los sectores más desfavorecidos.
Ante situaciones de injusticia, es fundamental que la sociedad civil se movilice para ejercer presión sobre los responsables políticos y solicitar transformaciones. Un ejemplo evidente de esta movilización se observa en Europa, donde diversas entidades sociales, así como científicos y economistas, se agrupan para utilizar los recursos disponibles y promover cambios. En particular, destacan las iniciativas como «Tax the Rich», que busca instar a la Comisión Europea a implementar un sistema de tributación que grave las grandes riquezas. Al hacer que aquellos con mayores recursos contribuyan de manera proporcional, podemos generar ingresos significativos para combatir la pobreza, reducir las desigualdades y financiar acciones indispensables para enfrentar y adaptarse al cambio climático. Sin embargo, para que esta iniciativa tenga repercusión en la Comisión Europea, es necesario recolectar un millón de firmas a nivel europeo, incluyendo más de 41,500 en España. En nuestro país, se ha formado una coalición que reúne a varias organizaciones y entidades que apoyan esta causa. Es esencial que la ciudadanía utilice las herramientas de democracia participativa que tenemos a disposición, con el fin de avanzar hacia una fiscalidad más equitativa, donde quienes poseen más recursos aporten lo que les corresponde de manera proporcional y justa.