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Mohra Barakzai y Diana Daneshvar, dos prominentes defensoras de los derechos LGTBIQ+ en Afganistán, han decidido emprender una huelga de hambre para que sus peticiones se escuchen en todo el mundo. Su objetivo es que la comunidad global tome conciencia de las graves violaciones a los derechos humanos que enfrentan en su país.

Ambas activistas han solicitado de manera explícita «el reconocimiento del apartheid de género» y «la imposición de sanciones a los talibanes, así como la suspensión de relaciones internacionales con este grupo», destacando la drástica disminución de los derechos de las mujeres y la comunidad LGTBIQ+ en la región.

Mohra Barakzai, quien se identifica como mujer trans, es una de las figuras más representativas de la comunidad queer afgana. Inició su huelga de hambre el 25 de septiembre durante una protesta en Berlín. Este no es el primer acto de desobediencia civil de Mohra, ya que el año pasado llevó a cabo una huelga similar en Suecia que duró 12 días. Nació en Kabul en 2001 y comenzó su trayectoria mediática a los trece años, participando en programas de televisión como «Arya», orientados a la infancia, y en la Televisión Nacional Afgana. Luego de que la situación en su país se volviera insostenible, se vio obligada a emigrar primero a India y posteriormente a Suecia, donde reside actualmente con su familia. Allí, continúa su formación académica y su labor activista en favor de los derechos LGTBIQ+.

Mohra Barakzai busca atraer la atención mundial sobre las dificultades que enfrentan los grupos más vulnerables. En mensajes de video compartidos en redes sociales, afirma: «No es posible alcanzar la justicia y el reconocimiento de los derechos humanos en Afganistán sin primero reconocer los derechos de las personas LGTBIQ+ y de las mujeres».

Diana Daneshwar, una joven de 18 años parte de la comunidad LGTBIQ+ en Afganistán, se vio forzada a huir a Pakistán debido a su orientación sexual. Ella es una de las activistas más jóvenes de la región. Durante seis días, ha estado realizando una huelga de hambre en su hogar paquistaní, buscando visibilizar la complicada situación que enfrenta su comunidad. Hasta ahora, ninguna entidad, ya sea nacional o internacional, ha prestado atención a su caso o le ha brindado apoyo. Diana expresó su frustración al decir: «Es doloroso ver cómo nos desprecian; es difícil para nosotros entender el trato que recibimos. También merecemos ser reconocidos como seres humanos con derechos y dignidad». Su salud se ha deteriorado durante la huelga y la falta de respuesta, según ella, evidencia el desinterés de la comunidad internacional.

La Organización Afgana LGTBIQ+ ha emitido un comunicado respaldando a los activistas y ha resaltado la necesidad de que los talibanes sean responsabilizados por las violaciones de derechos humanos cometidas, especialmente contra mujeres y la comunidad queer en el país. Se ha instado a la comunidad global a investigar estos abusos y tomar acciones para proteger a estos grupos vulnerables. Junto a Mohra Barakzai, Diana también levanta su voz no solo por los derechos de su comunidad, sino en relación al apartheid de género y el genocidio del pueblo hazara, que habla persa y se ubica en la región central de Afganistán y el noroeste de Pakistán. En los últimos años, las manifestantes y las organizaciones de derechos humanos han estado intentando clasificar las políticas de los talibanes hacia las mujeres como un «apartheid de género» que merece ser reconocido.

El genocidio de los hazaras constituye uno de los temas más sensibles y preocupantes en Afganistán durante los últimos veinte años. Los ataques perpetrados por los talibanes y otros grupos extremistas han llevado a la muerte a numerosos hazaras inocentes. A pesar de esta grave situación, la comunidad internacional no ha respondido de manera efectiva, y algunos países han incluso estrechado lazos diplomáticos con los talibanes. Esta inacción por parte del mundo exterior pone de relieve el enorme desafío que enfrentan las mujeres afganas y la comunidad LGTBIQ+. Varios estados de la región han optado por establecer relaciones con los talibanes, enviando semanalmente 40 millones de dólares en efectivo a Afganistán, ignorando las reivindicaciones de los activistas de derechos humanos y de la sociedad civil local. En uno de sus pronunciamientos, Barakzai expresó: «No podemos permanecer en silencio mientras la comunidad internacional desatiende nuestros derechos. Exigimos ser escuchados y que se reconozcan nuestras reivindicaciones». Las iniciativas de Mohra y Diana simbolizan la lucha y la resistencia contra la discriminación y la opresión. Estas dos activistas han evidenciado que, aun en las circunstancias más adversas, es viable abogar por la justicia y el cambio. Su huelga de hambre representa un acto de firmeza y dedicación hacia los derechos humanos, sirviendo como un ejemplo para quienes trabajan en defensa de estos derechos. También representa una oportunidad para que la comunidad internacional renueve su atención hacia la realidad en Afganistán y respalde a quienes luchan con valentía por sus derechos y los de otros. Mehra y Diana son conscientes de los peligros físicos y psicológicos que conlleva su acción, y al llevarla a cabo, lanzan un mensaje claro al mundo: mientras los derechos humanos sigan siendo ignorados, no se darán por vencidas.

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