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El alojamiento de la ‘Pequeña Suiza’ en León, que quedó sumergido por un embalse, anhela renacer

El antiguo parador de la ‘pequeña Suiza’ en León, que fue sumergido por un embalse, anhela un renacer. En 1960, los monarcas belgas, Balduino y Fabiola, eligieron este edificio de pizarra y mármol de Besande como destino para su luna de miel, desde donde se apreciaba el impresionante valle de Riaño.

La provincia de León mantiene una asignatura pendiente con su entorno montañoso. El Parador Nacional de Turismo de Riaño abrió sus puertas el 7 de julio de 1951, exhibiendo un nivel de lujo poco común en su tiempo, aunque su historia también incluye episodios tristes que persisten en la memoria colectiva.

Como sucedió con otros ocho pueblos cercanos, sus ruinas reposan ahora bajo el agua del pantano, resultado de un plan hidráulico que borró la belleza natural del área.

Este sitio, que alguna vez fue un lugar sagrado, ha quedado marcado en la historia leonesa como una sombra, dejando atrás casas en ruinas y a una comunidad desplazada. Situado a más de mil metros sobre el terreno que en los años 60 era considerado la ‘pequeña Suiza’ de España, este entorno natural se había establecido como un punto de referencia para la ganadería en León.

Ahora, Riaño está buscando un nuevo sitio donde erigir el parador que fue demolido sin repercusiones significativas. En respuesta, el Ayuntamiento ha aprobado una moción que solicita a la administración de Turismo la construcción de una nueva instalación, un compromiso que data de 1969 y que quedó en el olvido tras la caída del emblemático edificio. «Nunca es tarde si el resultado es positivo», expresan desde la Asociación Cultural Montaña Leonesa de Riaño, quien también ha ofrecido dos terrenos como posibles ubicaciones para este nuevo parador.

El histórico Parador Nacional de Turismo de Riaño contaba con un personal de treinta trabajadores, lo cual era adecuado para asegurar la limpieza y el mantenimiento del hotel durante todo el año. Esta singular instalación fue edificada con materiales como madera, pizarra, piedra caliza y mármol de Besande, y ofrecía 36 habitaciones en total.

El edificio se distribuía en tres plantas para los huéspedes y dos más en el sótano, destinadas al personal de mantenimiento y choferes. Durante la década de 1960, su fama fue notable, convirtiéndose en un destino codiciado por la realeza y figuras prominentes de la alta sociedad.

La esencia de este lugar cautivó a Balduino y Fabiola, los monarcas belgas, quienes escogieron este parador, situado entre los fiordos leoneses, para disfrutar de su luna de miel en 1960. Sin embargo, unos años después, el hotel cerró sus puertas, supuestamente debido a problemas económicos, dejando un vacío en los corazones de quienes disfrutaban de escapadas en contacto con la naturaleza y un valle que ya no despliega la misma alegría de antaño.

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