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Un grupo de investigadores concibe una estrategia vanguardista de ‘desextinción’ con la finalidad de reintroducir una criatura similar, aunque no idéntica, al dodo, pájaro desaparecido desde fines del siglo XVII. El último dodo murió en 1662, poco después de la llegada de colonos holandeses a las Islas Mauricio, que desembarcaron con gatos y ratas, depredadores se cree, de los huevos de estos pájaros.

Beth Shapiro, jefa científica de Colossal Biosciences en Estados Unidos, ha iniciado la labor de recoger muestras del genoma completo del dodo a partir de restos preservados en el Museo de Copenhague. Shapiro ha logrado establecer que el pariente vivo más cercano al dodo es la paloma de Nicobar, una ave de plumaje vibrante, de la cual se separó hace 43 millones de años.

Adicionalmente, Shapiro revela que su objetivo ahora es editar genéticamente a la paloma de Nicobar para adicionar las características del dodo. La intención del equipo es implantar el ADN editado en embriones llevados por un ave sustituta, que deberá poner huevos con aves similares al dodo, ya que no serán exactamente iguales a los dodos que residían en el planeta hace medio milenio. Shapiro sostiene que «uno de los errores grandes que cometemos al hablar de ‘desextinción’ es pensar que podemos obtener una copia exacta en todos los aspectos». Además, hizo hincapié en que la idea de que los científicos podrían resucitar a los dinosaurios también es un mito. «Parque Jurásico es una fantasía», exclamó. «Lo lamento, el ADN simplemente no puede perdurar tanto tiempo». A pesar de estos avances para resucitar al dodo, se mantienen desafíos importantes. Shapiro explica que las aves no pueden ser clonadas como los mamíferos, incluyendo los mamuts, debido a la imposibilidad de acceder a los óvulos cuando están en su punto de madurez.

«Es por ello que estamos considerando una táctica distinta para la resurrección del dodo», comentó Shapiro.

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