El Vacie, alguna vez el sitio de chabolas más antiguo de Europa y hogar de más de 4.000 individuos, se ha encogido hasta solo 33 casas subestándares y aproximadamente 100 residentes. Su historia abarca 90 años y se caracteriza por casas construidas con palos, mantas usadas como cortinas y chapas metálicas que imitan las paredes.
Pero a medida que avanzan los años, este último refugio en Sevilla ve una disminución en su población y una reducción en su tamaño.
Las autoridades locales, encabezadas por el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, han marcado 2027 como la fecha para cerrar definitivamente el Vacie, si todo va como está planeado.
Sanz, desde su elección, ha dado garantías de finalizar los traslados forzosos dentro del período establecido y transformar el área en un parque, devolviéndola a su estado anterior, antes de que las primeras chabolas se instalaran allí entre los años 30 y 50.
Con el paso de los años, el Vacie solo ha aparecido en las noticias por sus problemas de delincuencia, incluyendo robos y tiroteos. Recientemente, el alcalde provocó controversia al insinuar que planeaba contratar expertos del Bronx, un famoso barrio problemático en los suburbios de Nueva York, para obtener asesoramiento sobre cómo gestionar el desalojo del Vacie. Sin embargo, se retractó rápidamente al afirmar que solo se trataba de un «malentendido», pero el debate fue revivido.
El Vacie se sumerge en el silencio durante las mañanas de lunes. Aunque hay diversas entradas, una particularmente sobresale. Por el camino que conduce desde un tanatorio cercano, situado adyacente al cementerio de San Fernando, se pueden observar vehículos de lujo, como BMW, Mercedes, Jaguar, Audi y Lamborghini, cuyo valor oscila entre 80,000 y 200,000 euros, estacionados cercanos a las casas precarias. Aparte de las chabolas, no hay otras viviendas en esta calle, excepto los edificios en la Avenida Doctor Fedriani, que en esta región, alberga principalmente tiendas, bares y un hospital. «Sería mejor que no continuaran por ese camino», aconseja, en la caída de la tarde, una de las personas que se agolpan en la entrada del tanatorio, donde parece haber un velorio. Sin embargo, la ruta parece apacible.
– Perdón, ¿esa ruta lleva al Vacie?
«Sí», responde de manera abrupta un hombre que se dirige a uno de los carros de lujo. Llegó a pie desde el final de la calle, donde las chabolas comienzan, y se apresuró a marcharse sin soltar una palabra. Si eres un forastero, es común que la desconfianza crezca a medida que te aproximas a la entrada principal. Sin embargo, dando un desvío hacia el lado opuesto, el que colinda con la calle Parque Sierra de Castril, hay quienes están dispuestos a tener una breve conversación.
«Los rumores no reflejan toda la verdad», articula un joven que aún permanece en el barrio marginal. Lleva puesto un buzo rojo junto con unos jeans desgastados, mientras afirma con orgullo su lugar de origen. «Muchos asumen que aquí estamos disparando armas constantemente, pero no es el caso», confiesa. Junto a él está otro chico, más o menos de la misma edad, fumando un cigarrillo con la vista al margen de la comunidad, pegado a la carretera que bordea la tierra del Vacie. El segundo chico se queda callado durante la breve estancia, pero el primero agrega que él y sus vecinos han nacido, crecido y vivido siempre en la misma comunidad. «No conozco otra realidad», concluye. Ambos rechazan que se tomen sus fotografías o que se mencionen sus nombres.
Varios que ya no están presentes hacen todo lo posible para adaptarse a una vida distinta en lugares completamente diferentes. Los desalojos empezaron hace mucho tiempo, instigados por el Consistorio de Sevilla. Parece que las medidas de protección y supervisión sobre el asentamiento se han incrementado, especialmente con la puesta en marcha de una U.T.S. a pocos metros de los barracones, un establecimiento que depende de los Servicios Sociales donde rotan turnos de mañana, tarde y noche. Anteriormente, los residentes del Vacie visitaban esporádicamente otro centro comunitario público, el de Los Carteros en Pino Montano.
«Se ha hablado durante bastante tiempo sobre el cierre del Vacie y aún sigue aquí», afirman.
Desde más de un año, Juan labora allí, su jornada comienza al alba y termina a las siete de la tarde, atendiendo en la caja. Se muestra escéptico sobre la posibilidad de cerrar definitivamente el lugar en los próximos tres años. Reflexiona sobre cómo este tema se ha discutido durante largo tiempo, mencionando el último anuncio de este tipo que recuerda del 2019, y cómo, aún así, siguen en la misma situación. Juan afirma que su cotidianidad cerca del Vacie suele ser apacible, no ha enfrentado perturbaciones ni escuchado de incidentes que traspasen los límites invisibles del asentamiento.
De hecho, los límites son literalmente inexistentes. Admite, con cierto sarcasmo, que se instalaron barras para delimitar la zona y el parque adyacente, pero en poco tiempo ya había desaparecido todo. Al pasear por sus alrededores, es notoria la ausencia de barrotes, pese a su base de concreto, sin pistas claras de si los residentes del asentamiento fueron los responsables del hecho. Las columnas que sostenían la cerca exhiben carteles antiguos, haciendo publicidad de una serie de conciertos, con nombres reconocibles como los de Camela, David Bisbal e Isabel Pantoja.
Siguiendo los anuncios en dirección recta, casi tocando el Vacie, se encuentra una pequeña construcción de ladrillos donde, según Juan, «están formando una asociación». Asimismo, comenta que recientemente comenzaron a congregarse allí varias veces al día. Sin embargo, el número de asistentes disminuye progresivamente. Con el paso de diferentes legislaturas y partidos políticos, el Ayuntamiento de Sevilla inició la evacuación del asentamiento, reubicando a muchos ex-residentes en edificios de propiedad pública. Según el delegado del área municipal de Barrios de Atención Preferente y Derechos Sociales, en septiembre de 2024 calcula que aún residen en el lugar aproximadamente 115 personas.
Durante una conversación con El Confidencial, José Luis García señala al antiguo Gobierno como parcialmente responsable de los problemas actuales. A su juicio, el PSOE actuó con precipitación, pretendiendo acabar con el Vacie de forma apresurada. Recuerda 12 intentos de realojo que se llevaron a cabo en un mandato anterior, que según él, resultaron ineficaces y, por ende, inútiles. Diserta sobre la necesidad de un acompañamiento y adaptación tras trasladar a una persona desde una chabola a un piso en un edificio. Plantea que este proceso debería durar, por lo menos, varios meses. ¿Y cuáles son las repercusiones?
Dividir pagos y el efecto ‘boca a boca’
García explica que algunas de estas familias se encuentran en situación de desahucio o tienen juicios pendientes por impago de deudas, alquiler o cuotas de comunidad. Considera que eso es un traslado fallido. Para contrarrestar, el municipio ahora brinda asesoría financiera a estas familias y ha establecido acuerdos con bancos para dividir los pagos. Según García, si antes debían abonar 100 euros mensuales, ahora pueden desembolsar 50 y extender el período de pago. García, perteneciente al gobierno de José Luis Sanz, aborda las controvertidas declaraciones del alcalde que comparaba el Bronx con el Vacie y mencionaba la contratación de expertos que habían trabajado en el área norte de Nueva York. Asegura que fue simplemente un error.
Estos consultores están involucrados en otro proyecto que todavía no hemos revelado. Todo ha sido un malentendido». Existe un equipo compuesto por 25 profesionales que «monitorean y brindan apoyo» a las familias del pueblo en su transición hacia una nueva vida durante aproximadamente dos años. Las residencias a las que se trasladan son todas de propiedad pública, algunas incluso ofrecen la opción de compra. La necesidad de tanto apoyo se debe a que todas las personas que vivían en las casuchas nacieron y se criaron en ese pequeño mundo. «Muchos no conocen otra manera de vivir», explica el delegado de Barrios de Atención Prioritaria. «Es una transformación drástica, pero creemos que los primeros casos de triunfo puedan generar un efecto dominó que, gracias al boca a boca, motive a aquellos que todavía duermen en el Vacie», finaliza.
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