Categorías: Crónica
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29 septiembre, 2024 7:06 pm

Margallo afirma: «El Occidente no desea el derrocamiento de Putin»

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Apenas dos días después del devastador asalto aéreo israelí en los barrios meridionales de Beirut, las imágenes del terreno parecen mas bien un paisaje del fin del mundo. Donde antes se erguían construcciones residenciales, ahora yacen solamente ruinas y cráteres enormes.

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Bajo la superficie, había un blanco específico para este ataque israelí: el cuartel general oculto de Hezbollah, donde se resguardaba su líder, Hasan Nasrala. El ataque que carecía de precedentes, resultó en la muerte de Nasrala y «más de 20» de su contingente.

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Israel consiguió descargar 80 bombas en sólo unos minutos sobre las estructuras que protegían el búnker del líder de la milicia. De acuerdo a la declaración del ejército israelí, la sede de Hezbollah estaba «ubicada en pleno Beirut, entre infraestructuras civiles», argumentando que Hezbollah utiliza a la población como escudo, poniendo en riesgo la vida de los libaneses. A escasos 53 metros de aquellos domicilios, donde el ejército israelí asestó un golpe al liderazgo militar de Hezbollah, se hallaba un colegio de la ONU. Los residentes de Beirut el domingo se aproximaron a la desolada zona del bombardeo, que seguía humeando, y miraron con horror los restos de lo que alguna vez fueron edificios altos. Los suburbios sureños de Beirut, conocidos como Dahye, son territorio de Hezbollah, y por esta razón, Israel los ha bombardeado continuamente durante el fin de semana. Sin embargo, el asalto del viernes resultó el más mortífero para la milicia chiíta, tomando no solo la vida de su líder, sino tampoco la de altos mandos.

El Ejército de Israel afirma haber eliminado a por lo menos ocho altos jefes militares de la milicia, incluyendo a Nasrala. Entre los que ya no están figuran Ali Karaki, abatido el viernes, y el comandante Nabil Qaouk, quien perdió la vida el sábado en un segundo ataque en la misma zona de la capital libanesa. Como resultado, ese barrio se ha transformado en un escenario de puro desastre, con escombros de edificios desplomados, vehículos carbonizados y enterrados en restos, mientras los habitantes de Beirut observan con desolación los restos de su cotidianidad. En las últimas dos semanas, Israel ha desatado una ola de ataques sin igual contra los principales fortines de Hezbolá en Beirut y en otras partes de Líbano. Los datos oficiales revelan que han causado la muerte a más de un millar de personas, 6.000 heridas y cerca de un millón de desplazados internos.

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