Categorías: Crónica
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29 septiembre, 2024 4:37 pm

Es recomendable que alteres tus sábanas de cama con una periodicidad superior a la que actualmente supones

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El ser humano duerme durante 25 años de su vida, por lo que es crucial mantener limpias las sábanas. A medida que pasan los días, la ropa de cama se llena de hongos, bacterias, ácaros y virus que se alimentan del calor, el sudor, la saliva y las células de la piel muertas de aquellos que duermen en ellas.

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Diversos estudios en las últimas décadas han examinado varios tipos de sábanas, desde las utilizadas en los hospitales hasta las que se tienen en casa, y todos concluyen que la ropa de cama sucia puede ser una amenaza real de infecciones para las personas.

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La BBC menciona algunos de estos estudios en un artículo, como uno realizado en 2013 por el Instituto Pasteur de Lille en Francia. Los investigadores examinaron las sábanas de los pacientes en el hospital y descubrieron que las sábanas sucias tenían bacterias estafilococos, que se encuentran comúnmente en la piel humana. «Aunque estas bacterias normalmente no son dañinas, pueden provocar enfermedades severas si entran al cuerpo mediante heridas abiertas, algo muy común en los hospitales», advierte Manal Mohammed, microbióloga de la Universidad de Westminster en el Reino Unido. En contextos como este, la ropa de cama sucia es un verdadero riesgo de contaminación, por lo que en los hospitales de países desarrollados se han establecido rigurosos procedimientos para limitar la propagación de enfermedades. «Lavan la ropa de cama a altas temperaturas para eliminar la mayoría de las bacterias», destaca el profesor David Denning, especialista en salud global y enfermedades infecciosas de la Universidad de Manchester en el Reino Unido.

¿Qué sucede en nuestras almohadas y sábanas domésticas? Un sondeo realizado en 2013 por Amerisleep, una empresa de camas en Estados Unidos, concluyó, tras analizar una funda de almohada que no se lavó durante una semana, que poseía aproximadamente tres millones de bacterias en cada 6 cm cuadrados. Esto implica que tiene cerca de 17.000 veces más bacterias que un asiento de inodoro estándar. Por otro lado, David Denning llevó a cabo un estudio similar en 2006 con almohadas de amigos y familiares, donde halló hongos. Según indica, «Los números que estamos mencionando ascienden a billones o miles de millones de partículas de hongos en todas las almohadas». La acumulación de hongos en las almohadas se debe en su mayoría al sudor, ya que la mayoría de nosotros suda nocturnamente por la cabeza. Asimismo, todos somos portadores de ácaros del polvo en nuestras camas, y las heces de estos ácaros nutren los hongos. La almohada se calienta todas las noches debido a que apoyamos nuestra cabeza en ellas, proporcionando un ambiente perfecto para la supervivencia de estos hongos – humedad, alimento y calor», explica Denning. Por otro lado, la cercanía de la almohada a la boca hace que la presencia de hongos en esta área sea particularmente perjudicial para aquellos con afecciones respiratorias como el asma o la sinusitis. Las personas inmunodeprimidas también deben ser cautelosas, ya que pueden contraer aspergilosis invasiva si se encuentran en cuidados intensivos por Covid-19, gripe, trasplantes de órganos o leucemia, poniendo en peligro su tejido pulmonar. La solución en estas circunstancias sería adquirir una almohada nueva cada tres a seis meses. En lo que respecta a qué tan amenudo se deben lavar las sábanas, se sugiere hacerlo semanalmente, de acuerdo a la opinión de la mayoría de los expertos.

Además de la limpieza, la acción de planchar las sábanas puede contribuir a la disminución de bacterias. No obstante, en ciertas circunstancias, este método puede no ser suficientemente eficaz. Las mascotas que comparten la cama, por ejemplo, pueden resultar en un incremento de bacterias y hongos. Comportamientos como no asearse antes de dormir, acostarse con calcetines que no están limpios o mantener el maquillaje durante el sueño pueden agudizar el problema. Por otro lado, comer en la cama también puede contribuir a esto. En estos casos, lavar las sábanas con frecuencia se vuelve esencial, e incluso hacerlo una vez a la semana podría no ser suficiente, finaliza Denning.

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