Hoy día, es raro encontrar un aula donde un estudiante no posea un teléfono inteligente. No obstante, la discusión acerca de si es o no recomendable que los menores tengan acceso a estos artefactos es un tema de debate global.
El periódico Daily Mail recogió diversas opiniones sobre esta cuestión por parte de psicólogos, docentes y especialistas en ciberseguridad.
Liane Azevedo, profesora de Salud Pública en la Escuela de Deporte y Actividad Física de la Universidad Sheffield Hallam, destaca varias razones para no proporcionar a los niños un smartphone.
«Está mi temor de que los niños puedan reemplazar el juego tradicional con juguetes y otros niños por el uso de estos aparatos, y cómo esto afecta el desarrollo de sus habilidades de comunicación y sociales al interactuar con otros niños», expresó.
«Además, también causa preocupación que el desarrollo motor de los niños pueda ser afectado si no juegan de la manera tradicional», añadió.
Investigaciones recientes sugieren que los seis años constituyen un punto crítico para el desarrollo infantil, antes del cual es posiblemente desaconsejable proporcionar a los niños cualquier tipo de medios interactivos.
Hasta los seis años, los niños todavía están adquiriendo habilidades motoras e interpersonales claves, las cuales aprenden de forma más efectiva a través de la interacción personal.
Adicionalmente, se ha revelado que la cantidad de materia gris, o células cerebrales, parece llegar a su máximo justo antes de los seis años. Por lo tanto, la Sociedad Canadiense de Pediatría (CPS) aconseja que los niños menores de dos años no pasen tiempo frente a una pantalla y que los menores de cinco años pasen menos de una hora al día.
«Hay algunas evidencias, aun contradictorias, de que el uso de smartphones podría tener un impacto negativo en las habilidades de autorregulación y socioemocionales de los niños”, concluye Azevedo.
Según una investigación realizada en 2022 y publicada en Acta Psychologica, se encontró que los niños tailandeses de entre dos y cinco años que más tiempo destinaban al uso de smartphones mostraban habilidades motoras más deficientes.
De igual forma, un estudio de la Universidad de Cambridge identificó una correlación entre la utilización intensiva de smartphones por parte de niños y un incremento en impulsividad e intransigencia cognitiva.
Azevedo indica que varios estudios revelan que los niños menores de seis años pueden ser especialmente vulnerables a las interrupciones del sueño causadas por los smartphones.
Bill Gates, el fundador de Microsoft, comentó que no permitiría a sus hijos el uso de un smartphone hasta que cumplan los 14 años, cuando sus cerebros estarían más evolucionados.
No obstante, existe cierta evidencia que sugiere que una temprana exposición a los smartphones puede influir negativamente en la salud mental de los niños a largo plazo debido al incremento en la exposición a las redes sociales.
Sapien Labs, en un estudio, estableció que mientras más tardío sea el acceso de un niño a su primer teléfono, más favorable sería su salud mental en la adultez.
En contraposición, el estudio argumenta que si un niño recibe su primer teléfono a una edad temprana, existe un aumento en la probabilidad de que experimente pensamientos suicidas más adelante en la vida.
Jonathan Haidt, reconocido intelectual, ha situado recientemente las aseveraciones acerca del impacto de los smartphones en la salud mental como núcleo de su propuesta para restringir su acceso a los niños.
Pese a todo, la asociación entre la salud mental y el uso de smartphones es mucho menos evidente de lo que Haidt y varios activistas defienden vehementemente.
Candice Odgers, profesora de Psicología e Informática de la Universidad de California en Irvine, sostiene que «Los datos científicos a día de hoy no respaldan el pánico generalizado respecto a las redes sociales y la salud mental».
Odgers afirma que cerca del 90% de los investigaciones que relacionan las redes sociales y la salud mental son correlativas, es decir, no pueden confirmar que el uso de smartphones o redes sociales resulte en un deterioro de la salud mental.
Además, según un reporte de 2023 del comité especialista de las Academias Nacionales de Ciencias, las investigaciones que asocian las redes sociales y la salud presentan débiles vínculos y reducidos efectos, que podrían ser determinados por un conjunto de buenas y malas experiencias.
Por otro lado, una investigación realizada en 2022 por Stamford Medicine no logró detectar correlaciones entre la edad de adquisición del primer teléfono de los niños y sus patrones de sueño, rendimiento académico o síntomas de depresión.
Aunque normalmente estos estudios se centran en analizar grandes grupos de estudiantes simultáneamente, en este caso el estudio monitorizó a 250 niños durante cinco años.
Al concluir el periodo de investigación, los expertos no descubrieron relaciones significativas entre el estado de bienestar de los niños y la etapa en la que recibieron sus teléfonos. De hecho, las indagaciones recientes señalan que la forma en que los padres utilizan sus móviles podría tener una relevancia superior.
El mencionado estudio tailandés que detectó una correlación entre el uso de teléfonos y un insuficiente desarrollo motor también descubrió que cuanto más tiempo invertían los padres en sus teléfonos, más lo hacían los niños.
Junto a esto, la profesora Liane Azevedo afirma que los docentes de los primeros años escolares están cada vez más alarmados sobre el tiempo que los padres dedican a sus teléfonos.
«Están inquietos por el uso que los niños dan a los dispositivos, pero también están considerablemente preocupados por el uso excesivo de los smartphones por parte de los padres y cómo esto puede afectar su interacción con el niño», expone Azevedo.
Los educadores han reconocido que muchos niños llegan a la educación temprana con problemas de lenguaje y no están suficientemente preparados para la vida escolar. Los expertos que han colaborado en el estudio de la investigadora Avazedo indican que esto podría ser el resultado de una comunicación insuficiente o deficiente entre progenitores e hijos, influenciado por las constantes distracciones que generan los smartphones. Esto evidencia que la decisión de darle a un hijo su primer móvil quizás sea más compleja de lo inicialmente percibido.
Mientras entregar a un menor su primer móvil antes de los seis años podría incrementar los riesgos de dificultades en su evolución, diversas investigaciones sugieren que la televisión podría tener un efecto perjudicial aún mayor.
Eso no descarta que el uso de smartphones desde muy temprano, o una exposición excesiva a redes sociales, pueda causar consecuencias negativas significativas.
El factor principal a considerar es la madurez de tu hijo y la forma en que se le introduce a los teléfonos inteligentes. Si poseer uno de estos dispositivos los induce a consumir contenido perjudicial en internet, o les distrae de sus interacciones con padres y compañeros, entonces quizás sería desaconsejable entregarle un smartphone a un menor.