Categorías: Crónica
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26 septiembre, 2024 2:07 pm

El individuo que irrumpió en una propiedad ajena y asestó cuatro golpes con un martillo a otro en el cráneo, no tiene memoria de tal incidente a raíz de su uso de ‘la droga de los desfavorecidos’

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Un ciudadano marroquí, actualmente ocupando ilegalmente una propiedad y acusado de intentar matar a un compatriota propinándole cuatro golpes con un martillo en la cabeza en marzo, en un edificio en ruinas en el Páramo de San Isidro, Valladolid, ha declarado no tener memoria de los eventos alegando estar bajo los efectos del «karkubi» o la «droga de los pobres», sustancia originada en Marruecos.

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A pesar de su declaración, el acusado enfrenta una posible pena de nueve años de prisión, ocho por intento de asesinato y uno por amenazas, así como una multa de 360 euros por un delito de lesiones menores, según la fiscal del caso.

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Además, se le puede ordenar el pago de una indemnización de 6.105 euros al principal afectado y otros 200 euros a la segunda víctima.

En su testimonio durante el juicio, que concluyó para ser sentenciado este jueves en la Audiencia de Valladolid, el acusado, R.A., ha tenido dificultades para recordar por completo los eventos de la madrugada del 9 de marzo, cuando atacó al morador de un edificio tras una disputa de drogas, y un incendio que ocurrió en otro piso del mismo edificio posteriormente, presuntamente iniciado por él.

R.A. tampoco ha logrado evocar el incidente más violento, que tuvo lugar alrededor de las 16.20 h del día siguiente al volver al piso donde vivían las dos víctimas y un tercer inquilino, cuando los tres estaban comiendo alrededor de un hornillo. Sin mediar palabra, se dice que R.A. atacó por sorpresa a una de las víctimas con un martillo que llevaba escondido en su ropa.

«Estaba muy drogado y no recuerdo nada, pero no puedo ser culpable», declaró R.A, defendiéndose de las acusaciones. Había consumido ‘karkubi’, una droga compuesta de hachís y un medicamento llamado Rivotril, combinado con cocaína. R.A también negó amenazar a alguien con la muerte para impedir su retorno forzado a Marruecos, donde es buscado por haber abandonado su deber de servicio militar obligatorio.

Faltaban dos testigos en el juicio quienes no pudieron ser localizados. Sus testimonios grabados, sin embargo, fueron reproducidos en video. El joven agredido identificó a R.A claramente como el que le atacó por la espalda mientras almorzaba con sus compañeros de piso. «Estaba a punto de dar mi primer bocado cuando sentí un golpe en la cabeza. Esto sucedió cuatro veces más», reveló la víctima, que quedó semiinconsciente hasta que uno de sus compañeros logró desarmar al atacante.

Según contó, R.A quería compartir la vivienda con ellos, pero su solicitud fue rechazada dada su conducta problemática. «No podíamos confiar en él, tenía constantes cambios de humor y problemas mentales», agregó la víctima.

Los agentes de la policía nacional que respondieron a la escena informaron que fueron enviados al edificio después de una alerta de una pelea. Los restos de cuero cabelludo y sangre se encontraban en el martillo.

Cuando llegaron al lugar, se encontraron con el sospechoso saliendo del edificio, lo detuvieron y al entrar, descubrieron a la víctima tirada en el piso, con la cabeza sangrando abundantemente y hallaron un martillo con trozos de piel y sangre en el suelo. Los testigos identificaron al detenido como el perpetrador y relataron que era un hombre problemático. Incluso confirmaron que el día antes había provocado un incendio en el edificio y que desde días atrás, amenazaba con asesinar a alguien con tal de no ser deportado a su país, donde presuntamente desertó del ejército marroquí», señalaron los oficiales. En cuanto al principal herido, los médicos forenses coinciden en señalar que la víctima sufría cuatro heridas cortante-contusas en su cuero cabelludo y una dislocación en las primeras vértebras cervicales. Aunque las heridas fueron graves, los expertos forenses descartaron que estas fueran de una gravedad tal para causar la muerte. Sin embargo, el fiscal mantuvo su acusación pese a la petición de absolución de la defensa, que alega principalmente que el alto consumo de drogas de su defendido le hizo perder el juicio ese día.

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