La aguda inflación a la que se han enfrentado los compradores en España recientemente, ha modificado su comportamiento de consumo. Adoptar la costumbre de adquirir productos de marca blanca, realizar compras de menor tamaño y buscar constantemente descuentos son algunas de las nuevas tendencias surgidas como resultado del aumento de los precios.
Las compañías, enfrentadas a la misma situación, también han ajustado sus tácticas de venta. Una de estas, denominada «reduflación», implica disminuir la cantidad o el tamaño de un producto pero mantener o incluso incrementar su costo. Esta práctica se considera legal siempre y cuando la nueva cantidad del producto se indique en el empaque.
Sin embargo, esta medida tomada por algunas empresas impacta considerablemente la economía doméstica, ya que afecta principalmente a productos de uso cotidiano como alimentos enlatados, y por ende, repercuten significativamente en las finanzas familiares e individuales. «Hay productos como los detergentes que han reducido su contenido hasta en una cuarta parte y cereales que ahora tienen un 22% menos, son ejemplos evidentes de cómo las empresas ajustan sus costos sin alterar el precio visible. Esta táctica ha sido una respuesta al incremento del costo del carrito de compras», dice Javier Cuervo, profesor de ADE en UNIE Universidad, parte de Planeta Formación y Universidades. Cuervo añade que «el problema es que muchos compradores no notan estos cambios inmediatamente, ya que los nuevos tamaños no siempre se mencionan de forma clara en las etiquetas» y que esta falta de claridad hace que «los consumidores se sientan defraudados». «La reduflación, si no se informa adecuadamente, puede deteriorar la relación entre las marcas y los consumidores a largo plazo, minando la confianza en un ya difícil contexto económico», advierte. «Inaceptable» para el 60% de los españoles Aunque esta estrategia ha sido cada vez más percibida por los consumidores, quienes parecen estar más al tanto de estas políticas que actúan en su contra.
En España, un 54% de la población reconoce vivir la reduflación en sus compras según el último estudio de Ipsos, llamado Global Inflation Monitor. Asimismo, para un 60% de los ciudadanos españoles, esta situación es intolerable, siendo España uno de los países europeos más críticos con esta práctica después de Francia (67%), Suecia (63%) y los Países Bajos (61%). Entre los productos donde los consumidores perciben más esta reduflación están los snacks (52%), el pan, la pasta y el arroz (39%), los dulces y chocolates (37%) y la comida precocinada (36%). Debido a esta problemática, los partidos políticos han tomado acción y en septiembre, el Congreso de los Diputados ha hecho un llamado al Gobierno para que se establezcan medidas, a través de una proposición no de ley. Dicha iniciativa, presentada por el grupo parlamentario del PSOE, fue apoyada por todos los grupos (308 votos a favor), excepto VOX, que se abstuvo, y la ausencia de siete diputados de Junts. Específicamente, los socialistas proponen que el Gobierno exija a las empresas informar con claridad a los consumidores sobre cualquier reducción en el tamaño o peso de un producto sin cambio o aumento de precio. También instan al Ejecutivo a aumentar la supervisión sobre la presentación de productos que podrían engañar sobre la cantidad incluida en sus envases y a implementar campañas de información para que los consumidores puedan identificar las prácticas de reduflación y cómo defenderse de las mismas.
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