Tom Parker-Bowles, hijo de la reina Camila de Inglaterra, ha compartido ciertas particularidades sobre los banquetes que organizó la fallecida reina Isabel II. Destaca cómo estos eventos no eran simplemente cenas, sino actuaciones diplomaticas delicadamente coreografiadas que ofrecían a monarcas, potentados y presidentes el fascinante poder de la mesa compartida.
Según las palabras del hijastro del rey Carlos III, recogidas por el Mirror, los banquetes no se limitaban a tres platos, eran instrumentos de diplomacia, verdaderas artes de gobernar a través de la comida. La aprobación de los menús, escritos en francés, debía darla el rey y la reina.
Tom Parker-Bowles explica que la difunta reina, al igual que el actual monarca, daba mucha importancia a los detalles. «La soberana siempre pensaba en sus invitados al diseñar los menús, no en ella misma. Incluso, recordaba y consideraba preferencias particulares que los invitados hayan mostrado en visitas previas. Absolutamente todos los menús llevaban su toque», afirma. Eso sí, había tres elementos que estaban prohibidos: los picantes, por supuesto, así como los mariscos (por temor a una posible intoxicación) y los platos con mucho ajo. Además, siempre se daba prioridad a los ingredientes de temporada y los que se pudiesen recolectar de las propiedades reales. A pesar de que el tiempo pase y los gustos cambien, Parker-Bowles sostiene que hay algo que no varía: nadie deja la mesa real sintiendo hambre.