La función social y económica de la Iglesia Católica en España siempre genera fascinación, especialmente en lo que respecta a la retribución de su personal y cómo se financia todo el sistema. La manera en que la Iglesia es mantenida proviene de varias vías, como lo es la conocida opción «X a favor de la Iglesia» en la declaración de impuestos, además de herencias y donaciones directas de sus seguidores.
Gracias a este método de financiamiento, los recursos son administrados centralmente por el Fondo Común Interdiocesano, el cual distribuye los fondos entre las distintas diócesis en España y una gran parte del dinero se emplea para el pago del clero, según lo informado en el periódico ABC.
Los deberes de los curas incluyen no solo los sacramentos, sino también involucrase en labores sociales como la asistencia a enfermos o la coordinación de servicios pastorales. Su remuneración varía de acuerdo a sus labores. Aunque estas responsabilidades varían dependiendo de la diócesis, este sistema de distribución asegura que los curas reciban un ingreso que corresponda a las demandas de su trabajo y el costo de vida en su región. En 2024, el promedio de ingresos de un cura en España será cercano a los 1.000 euros mensuales, distribuidos en 14 pagos anuales. Aunque este monto puede variar ligeramente dependiendo de la diócesis, se acerca al Salario Mínimo Interprofesional (1.134 euros brutos al mes). En diócesis como la de Sevilla, los sacerdotes reciben salarios cercanos a los 900 euros, mientras que los obispos rondan los 1.300 euros. Estos sueldos, aunque son modestos, representan la estructura financiera de la Iglesia, que se enfoca en un reparto equitativo de los recursos. Además de los salarios, una parte considerables del presupuesto se destina a cubrir el costo de la Seguridad Social del clero, permitiendo a los curas tener acceso a la misma cobertura que otros trabajadores en España.