«Yo seré bien recordado por la historia, en gran medida, debido a mi intención de redactarla». Comenzar un artículo con citas de Churchill es parecido a preparar una paella con chorizo, pimiento y arroz basmati para tu suegra de Valencia, pero ya no soy el que era y mi hogar ya no es el que conocía, tal vez estoy sonámbulo.
El Real Madrid – sólo hay que escuchar el himno que parece la banda sonora de la última película de la Guerra Civil – redacta primeramente la historia y luego se preocupa de que se cumpla. El Madrid se nutre de la narrativa, antes de que los políticos le dieran a esta palabra un sentido deshonroso.
Alejandro Magno y Calístenes, los relatos de Julio César, Carlomagno y Eginhardo, Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo, o Napoleón Bonaparte y Emmanuel de Las Cases son sólo algunos ejemplos de cómo la historia, a veces, se redacta bajo la dirección de sus propios actores. El director deportivo en funciones del Real Madrid, Florentino Pérez, ya comprendió esto hace tiempo y se asegura de tener y fomentar voces favoreciendo al club que parecen ser independientes y lucha contra las que discrepan con poca sutileza.
El Real Madrid se basa en la narrativa, antes de que los políticos pervirtieran el significado de esta palabra.
Aunque el fútbol es un deporte de equipo y son los equipos los que triunfan en los campeonatos, la narración épica que siempre se quiere transmitir sólo permite un héroe destacado, un jugador que personifica los valores y lo que representa el club en su totalidad. Según el guión de esta narrativa que los lacayos redactan según las órdenes del jefe, la persona seleccionada lleva actualmente el número nueve y no el número siete en su camiseta.
El número siete continua generando una gran agitación, y por el momento, parece gozar de la salvaguarda que le otorga el club. Sin embargo, en la narrativa épica, no se garantiza que esta protección sea permanente. Es de conocimiento común, incluso para el Madrid, que Vinicius a menudo comete el error de incitar a las aficiones rivales y que es imposible defender lo indefendible. Un empleado sobresaliente que no puede enfocarse en el núcleo de su labor resulta ser un desafío para cualquier compañía.
A pesar de que Vinicius manifiesta su deseo de silencio con sus gestos, aún se encuentra envuelto en mucha algarabía. Una situación similar ocurre con el renovado Bernabéu, que se ha transformado en un ruidoso auditorio metálico, y las personas respetables, tarde o temprano, imponen sus reglas. Todos entendemos, algunos más que otros, que existen ruidos en la vida que son sumamente difíciles de silenciar y que, en ocasiones, hay que tomar medidas drásticas. Incluso el mejor escribano puede cometer un error, mientras que los escribanos mediocres cometen varios.
