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Celia Sedano, desde sus 16 años, tenía muy claro que su objetivo era obtener una titulación triple en la universidad. Cuando estaba en su primer año de bachillerato, un representante de una universidad privada impartió una conferencia en su instituto y la posibilidad de obtener tres títulos en uno la atrajo profundamente.

Aunque sabía que requeriría un mayor compromiso y esfuerzo comparado con sus pares para ser aceptada, la idea le convencía. «Siento que no me conformo con solo una elección ya que me fascinan en general las ciencias sociales. Mi propósito era realizar un grado doble o algo que comprendiera más de un ámbito, ya que lo contrario podría resultarme monótono», comenta esta joven madrileña de 21 años actualmente cursando su tercer año en la triple titulación de Filosofía, Política y Economía ofrecido en colaboración por cuatro universidades estatales de Madrid y Barcelona.

Las titulaciones triples, que se originaron en el ambiente anglosajón, se introdujeron en varias universidades privadas de España hace más de diez años. Surgieron como una nueva alternativa tras la aprobación del Plan Bolonia en 2008, a partir del cual los grados dobles: dos carreras de cuatro años integradas en un solo programa de entre cinco a seis años, se popularizaron en España. En tan solo una década, la demanda en el mercado laboral pasó de aceptar a un individuo con una única carrera como suficientemente capacitado para cualquier posición cualificada, a exigir maestrías y hasta grados dobles y triples.

Paralelamente, creció el número de universidades, tanto privadas como públicas, que empezaron a ofrecer combinaciones Académicas avant-garde y hasta hace poco insólitas, proporcionando a los estudiantes un título distintivo al completar sus estudios.

Según Sedano, hoy la universidad está más accesible que en el pasado y consecuentemente hay más demandas. En ocasiones, hay tantas demandas que los estudiantes necesitan recurrir a la academia externa para superarse. Sedano también admite que siempre habrá alguien con un nivel más avanzado que tú, recordándole que no todo lo que hace es suficiente. En el verano de 2021, Manuel Castells, entonces ministro, presentó la reforma a la ley universitaria. Esta reforma estipulaba la legitimidad de los grados dobles, pero indicaba que «no podrían establecerse programas académicos de tres o más titulaciones simultáneas». Esto sugiere que los grados triples son más difíciles de definir que los dobles. Hay dos formatos comunes: un grado de cuatro años que mezcla asignaturas de dos disciplinas y un grado doble que se combina con un máster. El programa de Filosofía, Política y Economía al que asiste Sedano sería el primer ejemplo. Santiago Palacios, vicerrector de Estudios de Grado de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), describió la triple carrera, a diferencia de los grados dobles, como un programa que otorga un solo título al final. Palacios mantiene que «la triple titulación no existe oficialmente como tal». En lugar de eso, los grados triples de la UAM son identificados como una «múltiple disciplina que se espera sea el futuro de una universidad de alta calidad, diseñada para producir individuos con habilidades en diferentes áreas del conocimiento con un potencial de empleo en diversos campos».

Hace diez años, se lanzó un programa de grado mediante la cooperación de la UAM, la Carlos III de Madrid, la Autónoma de Barcelona y la Pompeu Fabra, conocidas por ser universidades públicas de España. Debido al éxito de estos grados, las universidades están expandiendo sus ofertas educativas. estas instituciones también ofrecen grados en Ciencia, Tecnología y Humanidades. Adicionalmente, tres de estas entidades académicas están en proceso de diseñar otra triple titulación que se centrará en Historia, Historia del Arte y Geografía, específicamente dirigida a quienes deseen participar en futuras oposiciones. Se espera que esté disponible en 2026.

Con la meta primordial de facilitar la inserción laboral de los alumnos, estas titulaciones atraen a un limitado número de estudiantes – solamente 15 personas se inscriben en este programa de la UAM cada año – a quienes prácticamente se les garantiza una entrada fácil al mundo laboral. En el caso del grado ofrecido por la UAM, la carrera diplomática es uno de los destinos laborales más frecuentes.

Además, existen programas similares en campos técnicos y científicos. La Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), otra institución pública, propone dos modalidades de triple titulación en varias de sus escuelas, que integran programa de grado y máster. La primera opción combina el grado en tecnologías industriales o aeroespaciales con dos másteres, en asociación con universidades de Europa y Estados Unidos. El segundo programa consta de un doble grado, en colaboración con la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y un máster. Estos programas se completan en aproximadamente seis años.

Daniel García-Almiñana, subdirector de estudios de máster en la Escuela Superior de Ingenierías Industrial, Aeroespacial y Audiovisual de Terrassa de la UPC, sostiene que un segundo máster puede generar grandes beneficios a corto plazo, pero a largo plazo, es el primer máster realizado el que suele ofrecer mejores resultados. Lo considera una excelente inversión para el futuro profesional. Además, señala que el doble grado más máster acaba siendo una opción para aquellos alumnos deseosos de complementar su formación en áreas tecnológicas como ingeniería industrial o aeronáutica, con estudios relacionados con la gestión económica o administración de empresas.

A pesar de los altos requisitos de ingreso, con notas mínimas superiores a 12, tanto el doble grado como el máster disfrutan de un gran reconocimiento, tal y como demuestran los datos: alrededor del 50% de los estudiantes de ingeniería aeronáutica y el 30% de los de ingeniería industrial se decantan por la triple titulación.

Sin embargo, en los últimos años, el panorama universitario ha experimentado un importante cambio. A finales del siglo pasado, la educación superior quedó al alcance de estudiantes de todas las clases sociales. Esta democratización pareció consolidar el sueño meritocrático de la educación pública. No obstante, tras el cambio de milenio, parece que la tendencia de obtener dobles o triples titulaciones puede estar creando una nueva división, esta vez dentro del sistema universitario, entre una formación superior destinada a las élites y otra para el resto. Como declara Alicia Villar Aguilés, profesora de sociología y delegada del rectorado en la Universitat de València, las universidades públicas han sabido aprovechar la gran demanda de estas titulaciones.

No todo el mundo tiene la capacidad de acceder a la moda a causa de la ‘titulitis’, lo que causa un fenómeno de ‘reelitización’. De acuerdo a lo que sostiene Villar Aguilés, este filtrado por nivel de ingresos se manifiesta en dos aspectos: el nivel de entrada requerido y el desarrollo de titulaciones más extensas y difíciles que las demás. Ella argumenta que los dobles grados suelen tener desde el principio un alto nivel de entrada y que la calificación obtenida no solo depende del desempeño, la habilidad intelectual y el mérito. La experta en sociología educativa sostiene que la métrica del mérito no es neutral, sino que se basa en la clase social y el privilegio cultural. Al referirse a la permanencia en los estudios, argumenta que mantenerse más años en la educación es costoso, tanto en tiempo como en dedicación, ya que es difícil poder compatibilizar los estudios con un trabajo. En contrapartida, al contrario de muchos títulos de grado, las titulaciones triples prácticamente garantizan un 100% de inserción laboral exitosa. Sergio Puga, de 31 años, obtuvo su titulación triple en 2019. Él estudió ingeniería aeronáutica en la UPC y un grado en administración y dirección de empresas en la UOC, finalizando con un programa de máster en una universidad de Reino Unido. Actualmente trabaja en consultoría estratégica en Boston Consulting Group, una de las «tres grandes» consultoras. Aunque admite el problema de la ‘titulitis’, sostiene que, en su caso, su pasión desde pequeño por los aviones, particularmente los satélites y cohetes, y su curiosidad intelectual por el sector empresarial, lo llevaron a tomar el camino que tomó.

Puga sostiene que su experiencia ha sido positiva, a pesar de que ha necesitado una dedicación y un compromiso extraordinario para manejar todos estos estudios durante seis años y medio. Aprecia el programa y sostiene que era necesario implementar este tipo de iniciativas en las universidades públicas. Argumenta que las universidades privadas, aunque tienen un menor grado de exigencia, dificultad y formación teórica, son extremadamente eficientes en preparar a los estudiantes para el ambiente laboral desde el inicio, enseñándoles técnicas de entrevista, conocimientos de negocios y cómo estructurar sus pensamientos para encarar distintos desafíos. A su juicio, este enfoque no existía en la universidad pública. Sin embargo, observa que esto cambió cuando la OPC realizó un acuerdo con la UOC para incluir un enfoque de negocio en la formación de los estudiantes de ingeniería y perfil técnico, modificando el paradigma existente.

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