Categorías: Crónica
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14 septiembre, 2024 7:52 am

¿Un monasterio o ‘Gran Hermano’? Despedidas y contrataciones en la segunda entrega de las religiosas de Belorado

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Las cosas han comenzado a cambiar dentro del monasterio de Belorado en Burgos. El final del verano trajo consigo una significativa disminución en el número de residentes y la introducción de nuevos personajes. La permanencia de las ex clarisas en esta locación está bajo amenaza debido al proceso de desalojo que está en marcha.

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El 7 de agosto, El Confidencial reportó la existencia de un Caballo de Troya dentro del convento de Belorado, un agente que amenaza con desmembrar el grupo de religiosas disidentes que provocó una división en la comunidad hace cuatro meses.

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Este grupo inicialmente constaba de 15 Clarisas que afectaron la tranquilidad de la comunidad y rompieron lazos con la iglesia católica. Recientemente, se ha descubierto que un elemento disruptivo abandonó discretamente el histórico edificio del siglo XVI, marcando una ruptura en la confianza entre las líderes del grupo.

La monja que abandonó el lugar, insatisfecha y descontenta, no era una simple espectadora: Teresa Roca, conocida anteriormente como Hermana Paz antes de ser excomulgada junto con otras diez de ellas. Las ancianas y las necesitadas continuaron practicando su fe católica. Roca era la vicaria, considerada como la segunda al mando y mano derecha de la ex abadesa Hermana Isabel, ahora conocida como Laura García de Viedma.

No fue la primera en retirarse del convento ante los cambios, como la tendencia cismática y sedevacantista (donde no reconocen la autoridad de los recientes papas y consideran la Sede Apostólica de Roma vacía). Tres días después de la publicación del Manifiesto Católico el 13 de mayo, donde explicaron sus razones para abandonar la Iglesia católica, la Hermana Amparo solicitó su retiro del convento.

Teresa Roca se había unido a la causa liderada por la antigua abadesa, y con ella y otra miembro del trío rebelde, sor María Sión (Susana Mateo), se convirtieron en las figuras más prominentes en las redes sociales. Roca fue una de las mujeres que había viajado por Burgos y La Rioja para buscar una estación de policía en donde pudiera presentar una denuncia contra el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, quien fue designado por el Papa como comisario pontificio con autoridad sobre ellas – y el convento – para manejar una situación que se ha convertido en un fenómeno mediático. ¿Qué sucedió? El 7 de agosto, con las cuentas bancarias bajo el control de Iceta y con la aprobación del Vaticano, el departamento de hacienda confiscó la cuenta que tenían en Ibercaja. Ya no solo estaban en conflicto con la Iglesia – de la que se habían separado voluntariamente – sino que ahora también estaban enfrentando al Estado, que tiene sus propias reglas, de las cuales, generalmente, pocos, sean creyentes o no, pueden evadir. Por otro lado, desde la Diputación de Burgos, a petición del Arzobispado, se les había notificado para establecer una reunión con los técnicos de servicios sociales para evaluar la situación de vulnerabilidad de las ex monjas, un paso previo al comienzo de un proceso de desalojo, tal como el Arzobispado había advertido, ya que estaban ocupando un edificio que pertenece a la Iglesia a la que ya no pertenecían.

Si el mundo físico estaba en desorden, el ámbito espiritual tampoco se quedaba atrás. Las ex monjas clarisas, conocidas por su repostería, después de destituir al obispo impostor, Pablo de Rojas, y su seguidor, el camarero y falso sacerdote, José Ceacero, empezaron una búsqueda en línea para seleccionar a un nuevo papa bajo cuyo liderazgo y protección pudieran acogerse. Finalmente lo hallaron en Brasil, con credenciales tan falsas como las del anterior.

Golpe de Hacienda y tajada del ministerio

Esto parece ser el origen del desacuerdo entre Laura García de Viedma y Teresa Roca. «La comunidad está en lucha constante, día y noche», admitía la ex abadesa al día siguiente del golpe de Hacienda. Esto ocurrió con la salida del convento de la segunda y mostró «una gran preocupación» por la situación que estaban atravesando, sintiendo «una oposición muy intensa» desde fuera, admitió.

A la presión de Hacienda se añadió «la tajada» -como lo describen a este periódico las fuentes que siguen el proceso de cerca- del Ministerio del Interior. Después de consultarlo con el Arzobispado de Burgos y el Ministerio de Justicia -donde se inscriben las organizaciones religiosas- rechazó en un informe enviado a las partes la propuesta de la ex abadesa de transformarse jurídicamente de institución religiosa a asociación civil. Esta transformación le permitiría retener el monasterio de Belorado, pero también los de Orduña y Derio, cuya titularidad pertenece realmente a la Federación de Clarisas.

Era conocido entre los expertos del Ministerio que dicha solicitud, además, estaba en conflicto con los pactos internacionales adquiridos entre el estado español y la Santa Sede en el año 1979. Por lo tanto, este hecho tampoco causaba preocupación en el Arzobispado, y solo parecía tener sentido para las ex monjas y para los impostores que se hacían pasar por curas y obispos que se movían alrededor del patrimonio inmobiliario, sin tener conocimiento de los fundamentos básicos del Derecho Eclesiástico del Estado.

Afectada por tantos contratiempos, con una escisión interna debido al conflicto con su segunda mano en mando, y luego de una campaña de financiamiento colectivo fallida, la ex abadesa expresó su frustración a través de Instagram, anunciando que «este combate no ha terminado». Buscó apoyo, empatía y entendimiento que halló en la esfera de blogs más tradicionalista.

Tras la expulsión del primer papa De Rojas, como su acompañante espiritual actuaba un sacerdote argentino (el cual, sin estar excomulgado, mostraba la misma repulsión hacia su compatriota Bergoglio). Este fue el intermediario para la llegada al monasterio del segundo papa y falso obispo, el brasileño Rodrigo Henrique Ribeiro da Silva, ordenado por un obispo que negaba el Holocausto, y a su vez excomulgado y luego echado de otro grupo cismático al cual intentó unirse.

Da Silva se estableció en el complejo monástico proporcionando tanto apoyo espiritual como económico a las monjas cismáticas, según reportes. Esto marcó el comienzo de un período en el que las exmonjas disminuyeron su visibilidad en los medios y detuvieron sus críticas hacia el arzobispo Iceta. Se consideraron varias posibilidades para el futuro, incluyendo la opción de desalojo, con posibles refugios en México o Brasil, donde podrían ser recibidas en la organización pseudoreligiosa a la que Da Silva pertenece, que también incluye un grupo de monjas. Se decidió que el sacerdote argentino, Sergio Casas Vila, se registrara en Belorado.
«Por este motivo, asumimos que vive en el monasterio», indican las fuentes, que enfatizan la falta de información proveniente del monasterio. Las filtraciones principales provienen de las redes sociales de los grupos sedevacantistas que apoyan a las exclarisas y a los falsos obispos y sacerdotes que las ayudan. Para ellos, es una gran victoria en el corazón de la vieja y católica España, desde donde incluso realizan reuniones que luego publican en sus redesSociales. Mientras tanto, dentro del convento, los familiares de las cinco monjas dependientes son escoltados hasta la enfermería para evitar cualquier filtración de información no autorizada.
El reloj está corriendo.

Entretanto, en la sede del Arzobispado, tras la interrupción forzosa de actividades judiciales durante el verano, han retomado los preparativos legales necesarios para proceder con la expulsión de las monjas, mirando con cautela la aparente tranquilidad dentro del monasterio. Esta, es una tarea tremendamente difícil que presenta multiples complicaciones y podría causar un descontento importante en la sociedad si tal expulsión se lleva a cabo y resulta en ver a las monjas acompañadas por la Guardia Civil.

A pesar de que el renombrado bufete de abogados de Cantabria dejó de liderar la defensa legal de las monjas cisismáticas por sus altos honorarios, el equipo que asesora al Arzobispo Iceta está trabajando arduamente para construir un caso sólido que considera todas las posibles eventualidades. De esta forma, las monjas, si son expulsadas de Belorado, no tendrán la capacidad de establecerse en Derio u Orduña. Además, buscan garantizar que el rechazo de las monjas a colaborar con los equipos de Servicios Sociales no afecte negativamente sus esfuerzos legales.

Un fracaso en los tribunales sería un golpe devastador para el comisario papal y no están dispuestos a permitir tropiezos. Por esta razón también, están haciendo todos los esfuerzos para localizar a Teresa Roca, la monja que abandonó la congregación por su propia voluntad y cuyo paradero actual es desconocido. Le han transmitido que están dispuestos a dialogar con ella, a recibirle de vuelta y que incluso existe la posibilidad de revocar su excomunión. Mientras, esperan que este acto inspire a otras, ya que conscientes de que este asunto se está complicando y puede llevar mucho tiempo, continúan con el proceso legal.

Tenemos la expectativa de que ocurra una fractura. El 7 de agosto, El Confidencial reportaba la presencia de un caballo de Troya dentro del convento de Belorado en Burgos. Este era un factor con la capacidad de generar grietas en el núcleo de una rebelión cismática que hace cuatro meses irrumpió la tranquilidad en esa comunidad, integrada previamente por 15 monjas clarisas, y su unidad con la Iglesia Católica. Ahora se ha descubierto que precisamente en ese período, este agente causante de disrupción abandonaba de manera cautelosa el destacado edificio del siglo XVI, dando fe de esa ruptura en la confianza entre las líderes.

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