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Las funciones de los 3.042 voluntarios de Protección Civil Madrid abarcan el manejo de multitudes, respuesta a accidentes e incluso ayuda en nacimientos en la vía pública

Más de cien grupos municipales se encargan de garantizar la seguridad de la Comunidad de Madrid. Muchos de estos grupos municipales, formados por voluntarios, llevan años dedicando su tiempo y esfuerzo para proteger a la sociedad, sin esperar ninguna retribución monetaria en retorno.

Un total de 3.042 voluntarios integran Protección Civil en la Comunidad de Madrid, aportando diversas habilidades y conocimientos profesionales para el beneficio común de la sociedad. Este organismo actúa para resguardar tanto a las personas como a los bienes, asegurando una respuesta oportuna ante diferentes situaciones de emergencia y desastre.

A partir de septiembre de este año, unos 450 voluntarios y 100 líderes de estos grupos municipales recibirán formación en el Instituto de Formación Integral en Seguridad y Emergencias. Posteriormente, buscarán unirse a una de las 107 agrupaciones municipales que hay en la región.

David Rodríguez es parte de los miles de voluntarios que integran la Protección Civil en la región. Como Técnico de emergencias sanitarias y empleado del Samur en el municipio de Madrid, ha dedicado un cuarto de siglo como voluntario. «Comencé a ayudar antes de cumplir los 18 años. Luego tomé algunos cursos y finalmente me uní al grupo municipal», confiesa. Durante todos estos años, su trabajo se ha concentrado en San Fernando de Henares: «Brindamos apoyo a la Policía Local en tareas de regulación del tráfico y control de multitudes durante eventos».

Con el transcurso del tiempo, alcanzó el puesto de responsable operativo y jefe de la unidad. Aunque se ausentó por un tiempo debido a razones personales, posteriormente retornó a sus funciones en Protección Civil. A sus 48 años, manifiesta su dedicación a la prevención y educación de la comunidad. Imparten conferencias de primeros auxilios en instituciones educativas, a policías locales en ocasiones, y dependiendo del nivel de profesionalismo, se puede asistir a simposios. Todo su trabajo es voluntario, sin recibir ninguna compensación.

En cuanto a la organización de Protección Civil, las disposiciones legales estipulan que el cargo más alto lo ostenta el alcalde del municipio, quien usualmente otorga responsabilidades al consejal de Seguridad. Rodríguez informa que este está en constante comunicación con el jefe de la Policía Local, quien supervisa sus operaciones y les solicita ayuda para ciertos eventos. Adicionalmente, los recursos financieros de Protección Civil están incluidos en el presupuesto de la concejalía de Seguridad. Actualmente, aunque el número varía, entre 30 y 40 voluntarios integran la agrupación municipal de San Fernando de Henares.

Sobre el impulso que motiva a los voluntarios, Rodríguez destaca que es la vocación lo que los inspira. Este espíritu de ayuda hacia los demás es lo que define a un voluntario. A pesar de las críticas de algunos por dedicar 200 horas a esta labor sin recibir remuneración, Rodríguez argumenta que esto es precisamente lo que los distingue y les otorga un carácter especial.

La misma pasión que siente María Espiga, quien celebrará su cumpleaños número 28 en octubre, es la que la impulsó en su carrera. Ella es técnica de emergencias y lidera un equipo en Madrid. Fue un giro del destino lo que la introdujo a la Protección Civil. «Fue apenas al cumplir 19 años. Durante las fiestas de 2015, la hermana de mi amiga más cercana cayó enferma y terminó en la carpa de Protección Civil. Pregunté al joven que la atendía si no era demasiado joven para ser médico o enfermero, y me informó que solo era voluntario. Desde ese momento, aspiré a ser voluntaria también», comparte.

Aún guarda el recuerdo de los primeros días con alegría: «Nosotras vestíamos un uniforme que nos sofocaba de calor y era inconveniente para usar el baño, pero aún así, lo portaba con mucho orgullo. Más adelante, si así lo decides, puedes avanzar en el entrenamiento o hacer rotaciones guiadas con voluntarios experimentados». Eso fue lo que decidió hacer Espiga, quien considera que las capacitaciones de Protección Civil son «variadas y valiosas» y las da «profesionales de alto nivel».

Hubo una etapa en la que Espiga frecuentaba más a sus compañeros de Samur – ya que en la capital, su equipo de emergencias médicas y la Protección Civil están unidos, que a sus compañeros de carrera, en aquel entonces Medicina. «Había adquirido una dependencia, cuando más conocía sobre algo, tenía un mayor deseo de explorar más a fondo. Sacar el título de técnico de emergencia fue lo primero que hice y usé mi primer sueldo para obtener la licencia de conducir camiones, que es necesaria para manejar una ambulancia», detalla. Esto le ha permitido trabajar en Summa 112 como técnico de emergencias durante los últimos cuatro años, aunque también está participando en un concurso oposición para obtener un puesto permanente en Samur.

Cientos de experiencias respaldan su carrera.

Espiga relata su vasta experiencia ayudando en diversas emergencias, habiendo presenciado desde rasguños a mordidas de perro, mareos, accidentes de tráfico y paros respiratorios. En particular, recuerda un caso en el que se les notificó de un supuesto dolor muscular que resultó ser un parto. Al llegar al lugar, no encontraron a nadie hasta que finalmente escucharon que les llamaban. La situación resultó ser un alumbramiento en una vivienda precaria y el bebé prematuro terminó en los brazos de Espiga. Tristemente, el bebé no sobrevivió, dejando una impresión profunda en él, quien señala el drama y la dulzura involucrados en su profesión.

Por otro lado, Fernando Madrid, sirviendo en la agrupación de Protección Civil de Villamanta, un municipio con menos de 3000 habitantes, supervisa un equipo de seis voluntarios. Aunque diferente de trabajar en una ciudad grande, su función siguen siendo esencial para la comunidad. Con la apertura de la escuela, colaborará con la policía local para garantizar la seguridad de la entrada y salida de la escuela y la vida del pueblo. A menudo, también colabora con otras unidades durante las festividades del pueblo.

Madrid, un trabajador social de profesión, comenzó su carrera en Protección civil en Aranjuez a los 18 años y ahora es de 53. Admite que ha aprendido mucho más trabajando en Villamanta, ya que la versatilidad es esencial. Reflexionando sobre lo más destacado de sus más de tres décadas de carrera, menciona la habilidad de algunas personas para enfrentar emergencias y el impacto personal que puede tener.

Él es la personificación palpable de lo que expone. Aunque Madrid no suele estimar correctamente las distancias, en la DANA del año anterior que devastó la región, logró desalojar la gente de sus hogares en medio de la oscuridad, actuando como si estuviese en una situación de seguridad indiscutible, eso según sus propias afirmaciones. «Sentía una voz interna que me instaba a actuar, y eso me brindó la seguridad para afrontar la situación», declara. Su tiempo en Protección Civil le permitió grabar en su memoria lo que reconoce como el aspecto más gratificante de su labor: «Cuando un pequeño te agradece porque le has brindado ayuda médica, esos son momentos imborrables», remata.

A pesar de no recibir remuneración económica, los 3.042 voluntarios que integran Protección Civil en la Comunidad de Madrid ponen sus habilidades al servicio del bienestar social. Este cuerpo de trabajo reúne una variedad de perfiles profesionales dedicados a proteger la vida y los bienes asegurando una respuesta óptima a diversos tipos de emergencias y desastres. A partir de este septiembre, alrededor de 450 voluntarios y 100 líderes de sus agrupaciones municipales se capacitarán en el Instituto de Formación Integral en Seguridad y Emergencias. Luego, tendrán la ambición a unirse a alguna de las 107 agrupaciones municipales existentes en la región.

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