Durante el estío de 2024, un fenómeno sin parangón en 120,000 años se produjo: las temperaturas alcanzaron peaks nunca antes vistos. España experimentó temperaturas extremas que superaron los 40 grados, estableciendo nuevas marcas en los anales de la historia climática del país.
Específicamente, agosto de ese año fue el mes más caluroso de la historia, aunque también presentó humedad superior a lo común. De acuerdo a un estudio del Ministerio de Transición Ecológica, la temperatura media ascendió a 25 °C, superando las marcas de 2003 y 2023, las cuales se situaron en 24.8 °C.
El calor más abrasador se manifestó de manera particular en ciudades tan distintas como Bilbao y Málaga, donde las temperaturas sobrepasaron los 42 °C. Este estío también se caracterizó por múltiples olas de calor que impactaron la mayoría del territorio español, exacerbando la sequía y elevando la amenaza de incendios boscosos.
Este fenómeno, sin embargo, no fue exclusivo de España. De acuerdo a Copernicus, el Servicio Europeo de Cambio Climático, las temperaturas medias globales también alcanzaron máximas históricas durante los meses estivales de junio, julio y agosto de 2024, con 0.69 °C por encima del promedio registrado entre 1991 y 2020. En el ámbito europeo, la temperatura promedio durante el mismo período fue la más alta registrada, con 1,54 °C por encima. Un estío boreal para los récords.
El caluroso verano del hemisferio norte en 2024 ha batido todos los récords climáticos existentes hasta la fecha, los cuales según Copernicus datan de 1940. Según The Brussels Times, se han experimentado temperaturas que no se habían visto en los últimos 120.000 años. Esta afirmación se justifica en los datos obtenidos de los núcleos de hielo y sedimentos paleoclimatológicos. Este periodo ha dejado una marca notable en el planeta al motivar eventos meteorológicos extremos y aumentar la inquietud sobre las repercusiones del cambio climático en el futuro.
El efecto del calor severo en el mar
El aumento de temperatura no solo se ha limitado a las áreas terrestres. Los océanos, los cuales constituyen más del 70 % del planeta, han registrado también temperaturas superficiales inusualmente elevadas. Este ambiente influencia el surgimiento de ciclones y tormentas más potentes, perjudicando la estabilidad del clima a nivel mundial. De acuerdo a los datos de Copernicus, este sobrecalentamiento marino ha sido uno de los factores predominantes en la escalada de eventos meteorológicos extremos, como tifones y tormentas tropicales.