El aumento de los problemas de salud mental entre los estudiantes, como la depresión y las adicciones, ha llevado a la Comunidad de Madrid a implementar un plan especial. El gobierno regional está creando una unidad especializada para lidiar con estos problemas desde las escuelas, por primera vez en la región.
La idea es investigar qué ocasiona estos problemas de salud mental y cómo se deben manejar en las escuelas.
El proyecto recurrirá a un grupo de expertos liderado por José Luis Luengo, decano del Colegio Oficial de Psicología de Madrid.
Estarán encargados de examinar los problemas y orientar a las más de 3,200 escuelas en la región. Según UNICEF, uno de cada cuatro niños padece problemas de salud mental, una situación que también se aplica a toda la Unión Europea, y que en la Comunidad de Madrid es un problema en crecimiento.
Este plan fue anunciado por Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, al inicio del curso escolar. El equipo se centrará en aspectos sociales y emocionales relacionados con la convivencia escolar, el uso y el abuso de las pantallas, y el consumo de sustancias, entre otras cosas. «Vamos a obtener la guía de expertos para abordar los crecientes problemas de tristeza, depresión o adicciones que se están observando a edades cada vez más tempranas», agregó.
Esta unidad se incorporará al Instituto Superior Madrileño de Innovación Educativa (ISMIE). Esta institución se dedica a organizar actividades de formación para los docentes y a promover más actividades didácticas para los estudiantes preuniversitarios.
Después del anuncio, representantes de la Comunidad de Madrid aclararon que el proyecto se planea implementar a lo largo del año escolar, a pesar de que todavía se están finalizando los detalles, motivo por el cual no proporcionan más información sobre las estrategias clave a adoptar. Su intención es empezar a desarrollarlo tan pronto como sea posible, con metas centradas en examinar el impacto de los problemas de salud mental en menores y buscar posteriormente formas de proporcionarles apoyo. Cambiando la dinámica, no habrá una intervención directa en cada centro escolar, sino que se idearán sugerencias y planes de acción para enfrentar cada tipo de trastorno en las escuelas e institutos.
La dependencia al uso de dispositivos digitales o el consumo de drogas es una de las principales inquietudes para la Consejería de Educación, Ciencia y Universidades, liderada por Emilio Viciana del Partido Popular. No obstante, estas no son las únicas afectaciones detectadas tanto en la niñez como en la adolescencia. Así lo establece José Antonio Luengo, el rector del Colegio Oficial de Psicología de Madrid y la figura principal detrás de este nuevo proyecto. En una conversación con El Confidencial, él tiene una discusión amplia sobre los problemas más comunes que han incrementado entre los jóvenes en los últimos años, sobre todo desde el inicio de la pandemia.
«El TCA es uno de los trastornos que más ha crecido. También hay niñas cada vez más jóvenes con rutinas de ‘skincare’.» Aunque Luengo no se atreve a dar cifras exactas, afirma con «seguridad» que entre un 5% y un 10% de la población infantil y juvenil padece algún tipo de trastorno psicológico. De estos, se destacan principalmente cuatro. Uno de los más graves es el Trastorno de Conducta Alimentaria, o TCA. «Ya era un problema preocupante, pero con el confinamiento y el exceso de tiempo invertido en casa y en redes sociales, los casos han aumentado considerablemente», comenta Luengo, aclarando que trastornos como este son primordialmente observados en chicas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que cerca de un 9% de la población mundial, aproximadamente 70 millones de individuos, luchan con alguna forma de trastorno dentro de un espectro determinado. El psicólogo resalta que las ideologías de belleza irrealizables que están dominando en la sociedad llevan a multitud de jóvenes, especialmente chicas, a establecer rutinas de cuidado facial y compartir dichas prácticas en la red. Sin embargo, el uso de ciertos productos de cuidado facial puede ser perjudicial para la piel de los menores.
Además, las autolesiones entre adolescentes están en aumento, y existe un vínculo evidente entre esta tendencia creciente y el uso de la tecnología. Muchos menores optan por mostrar sus heridas en las redes sociales y en conversaciones directas, a veces incluso compartiendo imágenes de las lesiones que se han infligido. Esta práctica puede tener un «efecto boomerang», alentar a otros jóvenes a considerarlo como una forma de lidiar con su ansiedad o malestar y motivarlos a replicar la conducta.
Paralelamente, se observa un alza notable en conductas asociadas con la suicida. Esto incluye no solo intentar quitarse la vida, sino también contemplar la idea, discutirla con otros, o incluso llegar a planificarla. Luengo comparte datos alarmantes acerca de un aumento en la ingestión voluntaria y no accidental de medicamentes u otros compuestos potencialmente letales. Destaca casos de jóvenes que ingieren hasta 20 pastillas para ver qué sucede.
En cuarto lugar, se señala un aumento en las manifestaciones de ansiedad y depresión en el aula. Esto no implica necesariamente un incremento en la prevalencia de estos trastornos, sino una mayor visibilidad de los síntomas asociados a ellos, normalmente ligados a un malestar psicológico y a una visión pesimista del futuro que comparten tanto los adolescentes como los preadolescentes.
Las chicas tienden a mostrar más ansiedad, mientras que los chicos son más propensos a la agresividad.
Según el decano del Colegio de Psicología, los problemas que surgen suelen variar entre los chicos y las chicas. Las chicas suelen presentar trastornos más internalizados, a menudo manifestando un malestar interior que les lleva a sentirse abrumadas y, por lo tanto, a experimentar problemas de ansiedad, estrés o cambios de humor, ya que suelen intentar gestionar sus problemas por sí mismas. Por otro lado, los chicos suelen derivar hacia trastornos del comportamiento relacionados con la disruptividad, la agresividad o la impulsividad.
En resumen, este tipo de situaciones están cada vez más presentes y la Comunidad de Madrid está buscando nuevas maneras de abordarlas. En 2021, se aprobó una ley estatal para la protección de niños y adolescentes, la Ley Orgánica 8/2021 del 4 de junio, que por primera vez obliga a las instituciones educativas a establecer protocolos de prevención e intervención rápida en casos de violencia.
De acuerdo con el original, se enfatiza en la implementación de procesos orientados a impulsar la salud mental de los menores, y prevenir situaciones de ostracismo o prejuicio entre ellos, así como propiciar la capacitación docente en este campo. Luengo finaliza, «No necesitamos convertirnos todos en especialistas en estas afecciones; lo que sí es imprescindible es frenar esta tendencia lo antes posible».
Unicef alertó este año que uno de cada cuatro niños experimenta problemas de salud mental, estadística que se aplica también a toda la Unión Europea. En la Comunidad de Madrid, este problema está aumentando. Es por ello que, este año, el Gobierno regional patrocina por primera vez, desde la región, una unidad especializada en estas afecciones dirigida a las aulas. El proyecto está a cargo de un equipo de expertos liderado por José Luis Luengo, decano del Colegio Oficial de Psicología de Madrid, con el objetivo de investigar las causas de estos problemas y la forma de actuar en el entorno educativo.