Preocupadas por una posible falta de participación en las calles durante la Diada del 11 de septiembre, organizaciones independentistas como la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural y la Asociación de Municipios Independentistas (AMI) han formulado una estrategia para impulsar el activismo.
Su plan consiste en la celebración de concentraciones pequeñas, con diversos temas y en áreas limitadas, ante la amenaza de desmovilización.
Las entidades independentistas han temido un descalabro histórico y han reclutado el apoyo de varias plataformas como el Consell de la República, los comités de defensa de la República (CDR), el Ciemen, la Intersindical y un conjunto de grupos extremistas minoritarios.
No obstante, la efectividad de este llamado todavía está en duda.
Carles Puigdemont, exiliado, se unió a esta campaña, comunicándose en un evento con varias figuras políticas catalanas, instando al activismo y a la resistencia contra el Gobierno de Salvador Illa, al que tildó de anticatalán y firmemente contrario a la independencia de Cataluña. Toni Comín, eurodiputado y vicepresidente del Consell de la República, también hizo un llamado a la movilización.
Finalmente, los independentistas tienen como objetivo revitalizar los discursos pasados, haciendo versiones nuevas y amplificadas de los eslóganes y consignas que se usaban en el procés para agitar a la sociedad. En su esfuerzo para crear tensión, aspiran a presentar a España como el principal adversario de Cataluña una vez más.
El eslogan creado por la ANC, encabezada por Lluís Llach, presenta una visión positiva: «Retornamos a las calles. Independencia». En su explicación, la organización que en otro tiempo convocaba a cientos de miles de protestantes asegura que este año “solicita el reencuentro con la movilización masiva contra el Estado español con firmeza y unidad para acelerar el camino hacia la liberación nacional». «El uso de la primera persona del plural tiene la intención de generar un llamado a todos para revivir la ímpetu del periodo 2012-2017, cuando el movimiento independentista se unió sin importar sus diferencias para resistir a un Estado español antidemocrático que nos oprime día tras día”, se suma.
Miedo a la desmovilización
Las convocatorias son frecuentes y firmes, no solo de la dirigencia de Junts, sino también de los líderes de la ANC y Òmnium. Llach insta en un mensaje difundido por la organización que comanda: “Todos debemos estar presentes. No esperen que vayamos a buscarlos”. Xavier Antich envía un mensaje similar a través de las redes de Òmnium: “Hagamos de la Diada Nacional de Cataluña este año una gran movilización nacional. Creemos un frente unido para demostrar nuevamente que el movimiento independentista es fuerte, interdisciplinario, inteligente y estratégicamente maduro».
“Es verdad que hay miedo a la desmovilización. La llegada de Carles Puigdemont en agosto para la investidura de Illa fue un desafío que no se logró. Existe decepción en los líderes del movimiento independentista, aunque oficialmente no se admita. El exhorto para apoyar al presidente no fue exitoso. Más allá de que era tiempo de vacaciones, la reunión de solo un grupo reducido de personas en tal ocasión no se puede considerar un triunfo. La Diada puede resultar otra decepción en las calles, incluso si se pretende proyectar lo opuesto”, admite fuente independentista a El Confidencial.
En vista de un posible fracaso en la convocatoria, los organizadores han diseñado un Día Nacional particular. Se han planeado protestas en cinco ciudades distintas para eludir viajes largos que ya resultan onerosos para los ciudadanos: Barcelona, Girona, Tarragona, Lleida y Tortosa. Para justificar esta dispersión, se ha atribuido a cada ciudad un área a reivindicar: vivienda (Barcelona), infraestructura (Tarragona), agricultura (Lleida), equilibrio territorial (Tortosa) y salud (Girona). En Barcelona, la manifestación será a las cuatro de la tarde, con un recorrido muy breve desde la estación de Francia hasta el Arco de Triunfo, un lugar donde es fácil disimular la escasa participación.
Reavivar viejos clichés
En términos de contenido, la intención es volver a poner en el imaginario colectivo la lucha entre España, como atacante, y Cataluña, como víctima. La ANC ha producido y distribuido entre sus activistas un folleto centrado en el supuesto saqueo fiscal que sufre Cataluña: “España se lleva cada año 22.000 millones de euros de los ciudadanos catalanes”. Los argumentos insisten en que “Cataluña tiene una economía productiva similar a los países nórdicos de Europa, pero casi un 10% de su PIB anual se dirige a Madrid y no regresa».
Nadie tiene ni idea de dónde proviene ese número, pero se popularizó gracias a algunas organizaciones radicales y rápidamente fue adoptado por los especialistas en soberanía. Así, de la noche a la mañana, el «saqueo fiscal» saltó de 16.000 millones a 22.000 millones sin etapas intermedias. Esto se produjo a pesar de que el propio consejero de Economía, Andreu Mas-Colell, reconoció que la primera cifra era infundada.
La Asamblea Nacional Catalana presenta más cifras: «El Gobierno español ha destinado 1.760 millones de euros en Metrobús para Madrid, cifra que triplica lo que se ha invertido en Cataluña con una inversión de sólo 620 millones». Asimismo, señala que, a diferencia de Cataluña, España no podrá solventar las pensiones en 2050. Afirma además que la contribución de Cataluña a la Seguridad Social ha superado grandemente el promedio nacional y lo que le correspondería. «Entre 2002 y 2010, la contribución de Cataluña equivalía a un 35% del superávit de la Seguridad Social. Durante los años de déficit, el de Cataluña sólo era el 15%, menor en cuanto a población y PIB, y debajo del promedio nacional». Sin embargo, la realidad es que la contribución territorial a la Seguridad Social depende del número de afiliados en cada región, ya que no es un impuesto general.
La serie de reclamos se expanden también al ámbito de la educación y la salud. «Bajo el modelo de financiación del País Vasco, Cataluña podría contar con 2.700 millones adicionales y más de 5.000 millones de euros siguiendo los estándares del PIB promedio europeo». En referencia a servicios sociales, tiene menos recursos que otros países europeos, enfatizando que «con 369 euros por individuo al año, el déficit fiscal se evidencia también en las ayudas a la dependencia y la tercera edad».
La entidad contrasta los números de asistencia sociales de Cataluña y del País Vasco, haciendo énfasis en que «más de 70,000 personas que solicitaron la ayuda para dependientes se encuentran en lista de espera, representando un 31%, cifra que dobla a la del País Vasco». En términos de vivienda, la inversión es poco notable. «El País Vasco invierte más de un 500% en comparación a Cataluña. Algunos países europeos como los Países Bajos, tienen diez veces el volumen de viviendas sociales y casi treinta veces el porcentaje de estas», se destaca, como un tipo de combustible para alentar la Diada.
El separatismo requiere apoyo. Frente a la Diada del 11 de septiembre, los grupos secesionistas temen una respuesta históricamente baja. La Asamblea Nacional Catalana (ANC) retoma el liderazgo, en compañía de Òmnium Cultural y la Asociación de Municipios Independentistas (AMI), para organizar el día e intentar llenar las calles catalanas de manifestantes. A este esfuerzo se unen el Consell de la República, los comités de defensa de la República (CDR), el Ciemen, la Intersindical y un grupo de pequeñas entidades extremistas. No obstante, la efectividad de la convocatoria es incierta y las distintas organizaciones han ideado un plan que busca implementar pequeñas concentraciones con diversas temáticas y en lugares limitados para ocultar la desmovilización.
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