Gijón, en plena efervescencia: Somió y San Andrés de los Tacones se han convertido en el epicentro de las carreras clandestinas. Estas áreas son focos relevantes de competencias ilegales, motivo por el cual son cuidadosamente supervisadas por la Guardia Civil y la Policía Local.
Los eventos ilegales de carreras son ciclicos y frecuentes: surgen, son perseguidos y, una vez disueltos, resurgen rápidamente.
Esto no es una secuencia de Fast and Furious, sino una cruda realidad que vive la parroquia de Gijón. Las pintadas hechas con tiza sobre el asfalto, que forman un circuito de carreras, han reaparecido en Somió, con líneas de inicio y fin trazadas en la misma curva donde suelen congregarse los participantes.
Cercano a la segunda iglesia, a unos 14 kilómetros de la ciudad, la Guardia Civil y la Policía Local tuvieron que intervenir nuevamente después de una alerta de los residentes, quienes fueron despertados por el estruendo de los motores.
Pese a que el Ayuntamiento de Gijón, del que dependen los agentes locales, no tiene «pruebas» de que se trate de carreras per se, sí tiene constancia de que estos encuentros de conductores de alta velocidad ocurren periódicamente y son completamente ilegales. La Guardia Civil también se encuentra tras la pista de estos delitos. «Recientemente enviamos un equipo [a San Andrés de los Tacones] porque sospechábamos que ese día se realizaría una, pero finalmente no ocurrió nada», indican desde el cuerpo de la Guardia Civil.
Estaban seguros de que se llevaría a cabo una competencia de algún tipo; no obstante, suponen que debido a las «desfavorables condiciones climáticas» de aquella tarde, fue cancelada. En los días subsecuentes, se confirmó otra advertencia: los lugareños aseguraban haber presenciado y oído el bullicio de los autos. Ninguna de estas dos fuerzas policiales parece sorprenderse, ya que reconocen que este tipo de incidentes recurren y desaparecen «cíclicamente». El patrón siempre es el mismo.
Una y otra vez
«Primero escuchamos que las carreras ilegales han regresado, entonces iniciamos la búsqueda y llevamos a cabo varias operaciones, capturamos a algunos y les interponemos una denuncia. Cuando se difunde que hay presencia policial, parecen dispersarse y cesan las carreras por un período. Y luego, después de unos meses de calma, reinciden», coinciden diferentes fuentes tanto de la Policía Local como de la Guardia Civil en el área. Las sanciones legales, dependiendo de si hubo o no daños – hasta el momento no se recuerdan accidentes, pero sí daños materiales – generalmente son por conducción peligrosa en los casos «más serios».
Por su parte, los residentes de estos dos sitios frecuentes para las carreras ilegales, están más que familiarizados con la situación. Mar Victorero, propietaria del quiosco El Perú en Somió, vive muy cerca de la zona conocida como Cabueñes, donde periódicamente se escucha el estruendo de los motores. «Es cierto que este año parece haber más supervisión; pero cuando hay alboroto, se oye claramente», señala.
La informante indica que, con frecuencia y en particular desde el resurgimiento de las carreras, hay patrullas observando las placas de identificación de los autos que se detienen en la acera de su tienda. «Suelen hacerlo cuando ya han identificado a uno o más sujetos sospechosos, y vienen a verificar si alguna de las placas coincide con la de ellos», sostiene esta residente. ¿En dónde ocurren estos incidentes? Existen áreas denominadas «peligrosas» por la Guardia Civil. Por ejemplo, en las inmediaciones de una sidrería bautizada El Pesquero o cerca del polígono de Somonte. Ineludiblemente, son zonas amplias donde desplazarse a altas velocidades representa un riesgo menor para los conductores.
¿Existen soluciones?
Para mitigar esta situación, algunas acciones están siendo evaluadas por el Ayuntamiento de Gijón. Por una parte, están considerando situar reductores de velocidad en carreteras que prevengan la conducción a altas velocidades. Otra medida que se pondera es la instalación de cámaras de seguridad en los lugares más habituales donde ocurren estos eventos. «Estamos tramitando un contrato para aumentar las cámaras ya existentes, tanto en Somió como en San Andrés de los Tacones», afirman desde la municipalidad. Esta medida no solo apunta a detener las carreras, sino que es parte de un plan más general de seguridad pública y protección de propiedades.
Aunque se reconoce que no existe un perfil definido para los conductores ilegales, todos comparten una pasión común: los coches y la velocidad. No están claramente identificados ya que no forman un grupo definido, “Son amantes de los coches y de la velocidad” se concluye. Un residente local de San Andrés de los Tacones, que prefiere mantener su identidad en anonimato y vive cerca del lugar problemático, corrobora que a menudo observa a diferentes personas de diversas edades frecuentar el lugar. Al igual que en Somió, eligen el polígono – en este caso, el de Zalia, el parque más grande de Asturias – para acelerar sus motores o para “hacer botellón”. Por ahora, tiene la esperanza de que estas recientes carreras ilegales terminen pronto, aunque es consciente de que «sé que volverán».
Esta no es una escena de la popular saga Fast and Furious, sino en una parroquia de Gijón. Las parroquias de Somió y San Andrés de los Tacones han vuelto a ser escenario de carreras de coches ilegales, que surcan a alta velocidad, como en las películas de acción estadounidense. Las marcas de tiza que imitan una pista de carreras en la carretera han reaparecido en el primero de estos lugares, con líneas de inicio y fin situadas en la misma curva donde los participantes se habían congregado en el pasado. Cerca de la segunda iglesia, a unos 14 kilómetros de la ciudad, la Guardia Civil y la Policía Local tuvieron que intervenir de nuevo tras una alerta de los vecinos, quienes fueron despertados por el ruido de los motores.