Históricamente, los individuos ocupados en el sector de servicios han sido especialmente perjudicados por la inestabilidad laboral y los sueldos modestos, una realidad notable en una economía muy dependiente del turismo. Sin embargo, gracias a la reforma laboral, estos trabajadores han experimentado un incremento significativo en la seguridad laboral, así como un aumento del salario mínimo interprofesional (SMI) en un 54% desde 2018.
Pese a la implementación de estos cambios y a la firma de nuevos contratos colectivos, las condiciones precarias de este sector aún persisten, tal y como sugieren los últimos datos de la Encuesta de Población Activa.
Según esta encuesta, más de medio millón de empleados en el sector servicios han tenido que obtener una segunda fuente de ingresos entre abril y junio, siendo esta la última información disponible.
Concretamente, estamos hablando de 513.400 individuos, o el 88% del total de trabajadores que tuvieron que ejercer dos empleos simultáneamente para suplementar sus ingresos. La mayoría de estos trabajadores pertenecían al sector terciario, aunque cerca de 35.000 estaban también involucrados en la agricultura, industria o la construcción además de su empleo principal y en algunos casos, lo ejercían como autónomos.
La reforma laboral promovida por los empresarios, sindicatos y el Ministerio de Trabajo a lo largo del 2021 estableció a los contratos fijos como la norma, eliminando de esta manera los contratos por obra y servicio, que anteriormente eran los más comunes en oficios como la hostelería, los servicios turísticos, la salud e incluso en educación. Con esta reforma, aquellos profesionales que antes acumulaban contratos a corto plazo pasaron a ser empleados con contratos indefinidos o discontinuos dependiendo si brindaban sus servicios durante todo el año o solo para cubrir ciertas demandas puntuales.
El segundo modelo de contratos tuvo un notable incremento durante su primer año de implementación y luego se estabilizó. Sin embargo, se han observado picos en los meses más afectados por la estacionalidad, como junio debido a la llegada del verano. Este modelo asegura al trabajador que será llamado a su trabajo una vez se cumplan las condiciones acordadas. No obstante, muchos de estos contratos no proporcionan una cantidad mínima garantizada de horas de trabajo mensuales o anuales, lo que lleva a muchos trabajadores a buscar otras fuentes de ingresos.
Estos trabajadores pueden solicitar el desempleo durante los periodos de inactividad, pero también deben haberse ganado el derecho a recibirlo, lo cual depende de la cantidad de días trabajados. De lo contrario, pueden optar por el recientemente modificado subsidio de desempleo. Sin importar el tipo de contrato, este sector sobresale por tener una mayor parcialidad comparado con otras áreas económicas como lo indican las estadísticas. En hostelería, el 24% de los empleados tienen contrato parcial, el 14% en comercio y el 17,4% en educación.
Por tanto, la media de horas trabajadas semanalmente en sectores como la hostelería es inferior a la de muchos otros sectores, incluyendo la agricultura y servicios como transporte. Esta diferencia se aplica tanto en el trabajo principal como en el secundario, con una media de 36 horas en el trabajo principal y casi 11 horas en el trabajo adicional. Esto se refleja en los salarios que suelen estar vinculados al Salario Mínimo Interprofesional. Esta brecha se amplía en el caso de la educación, donde se trabajan 32 horas y 9 horas de media, según los datos del segundo trimestre del año.
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