¿Es La Cibeles realmente el emblema de Madrid o solo una ilusión?
Ha sido la cede de grandes festejos tras los triunfos de la Eurocopa, remitiendo al primer acercamiento de los fanáticos hacia la diosa futbolística que es ahora: la paliza a Dinamarca en 1986.
Morata, sorprendido y disgustado de que se eligiera La Cibeles para celebrar la Eurocopa, generó cierta polémica. La plaza es un lugar recurrente para las celebraciones de los seguidores del Real Madrid. Morata, formado en el equipo blanco pero ahora en camino a Milán, ha tenido problemas para superar el tratamiento que recibió en el club.
Morata acierta y erra al mismo tiempo. Está en lo cierto al decir que La Cibeles ha adquirido el papel de protectora en los triunfos contantes y sonantes del Real Madrid y que es tradición colocarle una bufanda con los colores del club. No obstante, el origen y propósito de La Cibeles como lugar de celebración deriva de la histórica victoria de España sobre Dinamarca en el Mundial de México.
Esto ocurrió en 1986 y de forma espontánea. Los seguidores decidieron que La Cibeles era un lugar ideal en el centro de la ciudad. En aquel entonces, el Ayuntamiento no se encontraba en su actual ubicación. El Palacio de Telecomunicaciones, que servía como sede principal de Correos, no atraía ninguna fascinación especial.
La Plaza de la Cibeles ha servido siempre como un punto de encuentro inigualable. Aquí es donde la multitud converge, descendiendo tanto desde la Puerta de Alcalá como del otro lado, y formando el núcleo central de Madrid. Los residentes de la ciudad son quienes otorgan vida a estas áreas urbanas, en contraste a lugares como la Plaza de Colón que a menudo experimenta indiferencia. Es por esto que la Plaza de la Cibeles se percibe como un lugar ideal para grandes eventos y festividades.
Una reminiscencia de esto es Emilio Butragueño que, siendo un puntal del fútbol madrileño y una figura española, lideró una victoria arrolladora contra el equipo danés en el estadio de Querétaro. Butragueño, apodado ‘El Buitre’, anotó cuatro de los cinco goles que sellaron nuestro pase a los dieciseisavos de final en un estado de éxtasis colectivo.
El recuerdo de este «acontecimiento» es notable, especialmente dada la falta de competitividad del Equipo Nacional de España durante ese tiempo. El entusiasmo de Madrid fue tal que toda la ciudad se unió para celebrar este logro deportivo – ¡habíamos llegado a los cuartos de final! Salir a la calle a festejar era simplemente imperativo.
Efectivamente hicimos lo correcto, ya que la próxima ronda, que enfrentó a España contra Bélgica, probó ser un golpe devastador. El tiro de penal llevó a un derrumbe en la moral del equipo nacional, un estado de fatalidad que persistió hasta que Luis Aragonés y Fernando Torres dieron un giro al destino de España en la Eurocopa 2012, cuando se impusieron frente a Alemania.
Desde entonces, este impulso ha sido favorable, particularmente notorio hasta el último domingo. Este patrón ha sido especialmente provechoso para los seguidores del Madrid, ya que las celebraciones se han convertido en algo rutinario tras las victorias en las ligas y Champions, una práctica que nos recuerda a Butragueño y sus logros.
Los fanáticos del Atlético necesitaban un escenario alternativo para celebrar, un lugar que exhibiera oposición perfecta. Así surgieron sus celebraciones en Neptuno, esta tradición tomó impulso cuando los seguidores de rojo y blanco festejaron en grande después de ganar la Copa en 1991. El triunfo en la misma competencia contra el Madrid de la quinta del Buitre al año siguiente, intensificó esta práctica hasta que se volvió ineludible y definitiva con el resonante doblete en 1996.
Se generó una pequeña polémica cuando Morata, sorprendido e incómodo, descubrió que el punto de celebración para la Eurocopa iba a ser la Cibeles. Decepcionó a este delantero del Atleti porque este lugar es donde los seguidores del Real Madrid usualmente celebran sus victorias y, aunque el delantero se formó allí, no ha podido superar el trato que recibió de la Casa Blanca.
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