En Hollywood, las oportunidades son efímeras. Son pocas las figuras cinematográficas que logran hacerse un hueco en la industria mundial desde España, y aún menos los que han logrado sostenerse. Figuras como Paco Rabal y José Luis López Vázquez rechazaron la posibilidad de trabajar en Estados Unidos, mientras que otros, como Paz Vega, volvieron a España después de agotar sus oportunidades en la meca del cine.
A inicios del nuevo milenio, Javier Cámara estaba en el camino al éxito internacional después de destapar su talento en el papel del enfermero Benigno en la cinta «Hable con ella». Tras este éxito, trabajó nuevamente bajo la dirección de Almodóvar en «La mala educación» y también con Isabel Coixet en «La vida secreta de las palabras», junto a Tim Robbins.
Hollywood comenzó a considerarlo como un posible sucesor de Javier Bardem. Pero Cámara prefirió desestimar una propuesta altamente atractiva.
¿Javier Cámara y Meryl Streep compartiendo escena?
Quizá el título no sonase tan prometedor de entrada. «El diablo viste de Prada», dirigida por uno de los creadores de «Sexo en Nueva York», no auguraba grandes expectativas. Sin embargo, las esperanzas se multiplicaron cuando se supo que Meryl Streep encabezaría el reparto, el cual incluía a la entonces joven estrella de Disney, Anne Hathaway, y a la aún novata actriz Emily Blunt.
El cuarto personaje clave era un hombre maduro y de apariencia discreta, que personificaría al director de arte de la revista Runway. Javier Cámara fue considerado para ese papel en «El diablo viste de Prada», pero él tenía otros planes.
La primera vez que Cámara se abordó un guion en inglés fue con La vida secreta de las palabras, una experiencia que no le fue nada agradable. Su escaso dominio del inglés le hizo abandonar el proyecto de El diablo viste de Prada, en el que había reemplazado a su papel en la película Ficción (2006) de Cesc Gay. Recordó una ocasión durante la grabación en la que Tim Robbins comenzó a improvisar en inglés, y que fue tan agobiante que casi le provoca un colapso. Pensó que tener que enfrentarse a una filmación en el núcleo de Estados Unidos sería incluso más aterrador, así que optó por mantenerse en España. Finalmente, su papel en El diablo viste de Prada fue asumido por Stanley Tucci. La película logró un gran éxito, con dos nominaciones al Oscar (una para Meryl Streep), casi 400 millones de dólares en recaudaciones y, sobre todo, una popularidad incuestionable.
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