Podemos hallar en las numerosas playas alrededor del mundo conchas que guardan un diminuto orificio, el cual tiene una fascinante historia por contar. Aunque a primera vista puede parecer que este agujero pulido y perfecto ha sido hecho por humanos para adornar joyas como collares y pulseras, en realidad es el resultado del trabajo de un depredador de otra especie.
Como explica Andrea Bonifazi, un divulgador científico italiano, los responsables de estos agujeros, predominantemente en las caracolas de moluscos bivalvos, son unos mini moluscos gasterópodos pertenecientes a la familia Naticidae.
La especie en cuestión realiza perforaciones en las conchas de sus víctimas, como los berberechos.
«Son los alevosos predadores más infalibles y depredadores que se pueden encontrar», afirma Bonifazi. El experto detalla que estos moluscos tienen un sistema de caza altamente sofisticado. Tras detectar a su presa debajo de la arena, el depredador logra inmovilizarla, luego busca el punto óptimo para taladrar la concha y empezar a alimentarse.
«Piensa en un caracol de aspecto adorable y rosa o con manchas que está agujereando un berberecho con su áspera ‘lengua dentada’ y comiendo al animal mientras todavía está vivo», agrega. Según Bonifazi, este acto de perforación puede llevar más de 60 horas, y una vez el agujero está listo, el depredador empieza a alimentarse de su presa, cuyos nutrientes pueden ser suficientes para sobrevivir de 5 a 14 días subsiguientes.
«La próxima vez que pases un rato en la playa, tendrás la oportunidad de admirar estos diminutos orificios perfectos y reflexionar sobre el extraordinario y complejo proceso que los produce, y cómo representan simultáneamente la vida y la muerte para dos individuos diferentes», concluye este divulgador italiano.
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