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Como si fuera una historia sin fin, Grecia vuelve a ser devorada por las llamas por otro año más. El potente incendio que amenazó la localidad de Varnavas en la región de Ática (Atenas), se logró controlar este miércoles, no sin antes generar la evacuación de 50.000 personas, la total devastación de 10.000 hectáreas y causar al menos una víctima fatal.

De acuerdo con los testimonios de los residentes locales, los últimos dos días han sido una auténtica pesadilla: «Estuve muy asustada, las cenizas comenzaron a caer en el balcón y el viento era terrorífico».

El incendio se inició el domingo alrededor de las 16.00 horas (15.00 en la península de España) de manera repentina, enviando un shock a los habitantes de la capital.

«Observé cómo una enorme nube de humo pintaba el cielo de amarillo, me alarmé debido a lo inesperado de la situación», relata a 20minutos María Dolores Doménech, una mujer española que vive en la región, a tan solo 20 minutos a pie del Acrópolis.

«Se transformó en un infierno»

Durante las primeras horas de iniciado el incendio, cuenta Doménech, las llamas se encontraban a una distancia de 40 kilómetros de la capital. No obstante, el viento intensificó su avance y en poco tiempo se ubicaron a solo ocho kilómetros del centro de Grecia. Este hecho, causó estragos en Atenas, tal y como lo describe angustiada esta testigo: «Con el viento, todo se convirtió en un infierno».

El tamaño y la rapidez de las llamas eran tan impresionantes que podían ser vistas desde varias partes de Grecia, incluyendo Rafina, a 40 kilómetros al este de Atenas. «Observábamos una enorme columna de humo», relata un turista español que pasa sus vacaciones allí, «El lunes fue lo peor. Había un continuo ir y venir de helicópteros. Parecía un puente aéreo», admite.

Ante esta situación y las advertencias por mensaje de texto de las autoridades, los residentes optaron por mantenerse recluidos en sus hogares, según narra María Dolores: «Pasé el día entero viendo las noticias, con todo cerrado y el aire acondicionado encendido. Solo salí para dar un corto paseo a mis perros y el calor era insoportable. No sé si era por la presencia del humo…»

Un clima de «resignación»

Dos días más tarde, sin embargo, parece que las cosas mejoran, según confirman las autoridades. «El viento ha calmado y la nube de humo ya no está», confirma esta española, aunque insiste en que ha sido «una catástrofe». Esta se debió, según el turista de Madrid, a los fuertes vientos provenientes del Egeo y a la geografía del lugar, con predominancia de «maleza y pequeñas casas dispersas en el campo», condiciones que favorecían la propagación del fuego.

María Dolores confirma que la atmósfera en la capital griega refleja la resignación, ya que tanto los agricultores montañosos como los ciudadanos urbanos están acostumbrados a la devastación causada por incendios a gran escala. Un trágico recuerdo de esta realidad es el verano de 2023, cuando Grecia vivió uno de los peores incendios de su historia con un saldo de 160.000 hectáreas quemadas (lo que representa el 1,21% de su territorio), y 28 vidas perdidas. Una tragedia similar ocurrió en julio de 2018, en la misma región, donde se registró el desastre más mortal de su historia con 102 muertes, dejando una huella profunda en la comunidad.

Pese a que el fuego ya está bajo control, los servicios de emergencia mantienen la vigilancia. Actualmente, más de 700 bomberos siguen laborando en el lugar, con el fin de eliminar cualquier rescoldo y extinguir completamente el fuego.

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