La pasada primavera, Maggie Steffens, que encabeza el equipo estadounidense de polo, emprendió una campaña de recaudación de fondos en su Instagram para sufragar el viaje a los Juegos Olímpicos en París. Este hecho sacó a la luz que, contrariamente a las suposiciones habituales, una gran cantidad de deportistas profesionales no dependen únicamente de sus ingresos deportivos.
«Mis compañeras de equipo no solamente son campeonas, también son maestras, empresarias, entrenadoras, personal del sector sanitario, entre otras muchas ocupaciones. Es probable que muchos no lo sepan, pero la mayoría de los deportistas que participan en las olimpiadas necesitan un segundo o incluso tercer empleo para poder seguir su sueño (¡yo incluida!) y la mayoría de los equipos deportivos dependen de patrocinadores para cubrir los costos de viaje, alojamiento, apoyo nutricional, alquiler y simplemente para poder sobrevivir en esta fase», redactó Steffens.
Casi el 60% de los atletas no se sienten estables a nivel financiero
Una encuesta de 2020 a cerca de 500 atletas mundiales reveló que casi el 60% no se sentía económicamente estable. Para esta cantidad, los desafíos del deporte no solo se centran en entrenar y competir, ya que muchos deben ajustar sus estrictos regímenes de entrenamiento a trabajos a tiempo completo y parcial, lo que suele implicar entrenamientos nocturnos, competiciones en fines de semana, jugar en ligas internacionales en la off-temporada, e incluso sacrificar la necesitada recuperación para su bienestar físico y mental. Aunque podemos ver que la presión financiera afecta a los atletas, son las mujeres quienes se ven particularmente afectadas.
Lindsey Horan, líder del equipo nacional femenino de fútbol de los Estados Unidos, ha expresado abiertamente el vasto abismo existente en la remuneración entre hombres y mujeres en el deporte. Al observar los contratos firmados por jugadores y jugadoras en Europa, la discrepancia es sorprendente y se mide en millones cada semana.
El informe de Al Jazeera de 2024 indica que más de un cuarto de todos los deportistas olímpicos de Estados Unidos reportan ganancias inferiores a 15,000 dólares al año. Ellos deben resolver sus propios gastos de entrenamiento, viajes para competir, atención sanitaria y otros costos que impulsan al deportista a la cúspide. Los deportes femeninos son especialmente afectados por estos costos y solo captan el 1% de todo el patrocinio deportivo.
Por tal motivo, se destaca el trabajo de la plataforma Ellas Son de Aquí, fundada en 2016 por Manzanas Livinda junto a Mercé Gomá y Monserrat Corderroure. Han conseguido dar a conocer 342 proyectos deportivos femeninos a lo largo de siete rondas de patrocinio.
El respaldo financiero es crucial para poder competir. «La ayuda económica fue esencial para poder competir. Fue crucial, pero sobre todo creo que me ha brindado confianza, me ha permitido ver que hay personas que creen en mí y confían en que obtendré buenos resultados», así lo explica Pilar Lamadrid, windsurfista andaluza que representó a España en la categoría iQFOiL en los Juegos Olímpicos de París en una entrevista con ’20 Minutos’.
Morelle McCane, la boxeadora de Estados Unidos, ha financiado sus aspiraciones olímpicas realizando una variedad de trabajos, incluso actuando como payaso en fiestas infantiles. La esgrimista estadounidense Anne Cebula también trabaja como modelo, mientras que la australiana Aly Bull, canoísta, es bombera. Eva Morris, capitana del equipo de natación artística, se desempeña como coordinadora de redes sociales del equipo e instructora de Pilates. Gabby Thomas, atleta de pista, divide su tiempo entre entrenamientos y trabajo voluntario en una clínica de atención médica en Austin para personas sin seguro, generalmente en turnos nocturnos.
Es importante señalar que el Comité Olímpico Internacional no ofrece recompensas económicas a los ganadores, al considerar la victoria como una recompensa en sí misma. Por lo tanto, son las federaciones olímpicas de cada país las que administran las recompensas económicas que creen apropiadas, ya que no hay un monto establecido. En España, las recompensas que concede el Comité Olímpico Español son de 94.000 euros para los ganadores de la medalla de oro en deportes individuales, 48.000 euros para los ganadores de la medalla de plata, y 30.000 euros para los medallistas de bronce. En los deportes de pareja, los ganadores de la medalla de oro reciben 75.000 euros cada uno, los de plata reciben 37.000 euros y los de bronce 25.000 euros. Para los deportes de equipo, los ganadores de la medalla de oro reciben 50.000 euros por persona, los de plata 29.000 euros y los de bronce 18.000 euros.
La brecha de género en el deporte continúa siendo un problema relevante.
Los datos revelan que los problemas económicos también afectan a los hombres en su camino hacia sus metas olímpicas. No obstante, la desigualdad de género constituye nuevamente un obstáculo para las atletas. Éstas, además deben lidiar con la presión social que sufren durante su adolescencia y juventud, una circunstancia que parece no ser igual para los hombres que practican deporte en esa etapa, causando que sean más propensas a dejar su carrera en los deportes. Eso es lo que señala el informe ‘Desigualdades de las deportistas de alta competición en España y medidas para la igualdad efectiva’, que ha sido publicado por el Instituto de las Mujeres.
El deporte femenino sigue teniendo condiciones de trabajo discriminatorias. Los resultados del informe no solo resaltan el abandono temprano de la carrera deportiva que demuestra «la masculinización, el androcentrismo y la cultura patriarcal de las estructuras deportivas de un sistema que, en el caso de España, no se ajusta adecuadamente a la biología de las mujeres», lo cual es un obstáculo para su carrera en el deporte. También se señala la precarización y la desregulación del mercado profesional del deporte femenino, donde continúan existiendo condiciones laborales discriminatorias.
La investigación afirma también que desde la raíz del deporte existe jerarquía, segregación y exclusión de todo lo femenino o lo que no se adhiere a los valores normativos masculinos y heterosexuales, como la diversidad de género y sexual. Además, el menosprecio de los deportes femeninos frente a los masculinos se intensifica cuando la atleta tiene también alguna discapacidad. Por último, se señala «la baja visibilidad de los deportes femeninos en los medios de comunicación o su tratamiento por periodistas y medios», por lo cual vamos a trabajar para cambiar esta situación.
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