El empresario y productor de 79 años, Carlos Goyanes, dejó de existir sorpresivamente el pasado 7 en su residencia en Marbella, específicamente en la exclusiva comunidad de Guadalmima.
De acuerdo a lo revelado por Vanitatis, el patrimonio dejado por Goyanes, descendiente de un productor cinematográfico de la década de 1960, se ha transferido a su familia: su esposa, Cari Lapique, y sus hijas, Cari y Carla.
La primera dirige un negocio de catering, mientras la segunda forma parte del emprendimiento familiar.
En realidad, ya Goyanes no disponía de muchas propiedades a su nombre. Es muy posible que luego del ataque al corazón que sufrió en 2016, traspasó todas sus propiedades a su esposa: la compañía inmobiliaria de casas de lujo que poseían desde 1989, y sus propiedades en Marbella y Madrid.
Goyanes solo mantenía una participación en un local en Madrid que tenía conjuntamente con sus hermanos.
Según Vanitatis, la empresa inmobiliaria cuenta con un patrimonio total de casi 1.5 millones de euros y el año pasado tuvo una ganancia de 175.000 euros. Las propiedades de Madrid y Marbella también estaban a nombre de su cónyuge, por lo tanto, parece ser que no habrá inconvenientes por la distribución.
Con respecto a estos asuntos financieros, su hija Carla le ha redactado una emotiva carta a su padre, subrayando el enorme vacío que su partida deja en todos.
«Papá, ni siquiera te imaginas cuánto vamos a extrañarte. Eres el mejor padre y abuelo que podríamos tener. No solo lo digo yo, sino todos los que tuvieron la oportunidad de conocerte realmente lo saben»,
Nunca logro visualizarme sin tu presencia en mi vida. Ojalá pudieras apreciar todo el amor y el apoyo que hemos recibido en tu nombre, de todas las personas que se unieron para ofrecerte ayuda, de todas aquellas que desde el inicio nos han estado brindando su consuelo, todavía perturbadas por tu partida inesperada. Cada uno de ellos guarda memorias maravillosas de ti, de tus diversas facetas durante tu vida y disfruto al escuchar sus anécdotas. Todos coinciden en tu bondad, genuinidad, brillantez, transparencia, sentido del humor, y sobre todo, tu total entrega a la familia. Sin falsedades.
No solo nos han expresado su afecto hacia nosotros, sino también el que sentían por ti. Me llena de alegría conocer que tu partida fue rápida y libre de sufrimiento, aunque la angustia de no haber tenido la oportunidad de despedirme me lastima. Partiste en medio de unas vacaciones familiares, en total tranquilidad. Te amamos y te recordaremos siempre. Te agradezco todas las bendiciones que nos dejaste, tanto a mí como a nuestros hijos. Me apena saber que no pudiste disfrutar de tu tiempo con tus nietos como hubieras querido, como lo tenías planeado. Que descanses en paz.
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