Salvador Illa (nacido en La Roca del Vallès en 1966), tal como pronosticaron las encuestas, llevó al PSC a una victoria resonante en las elecciones catalanas del 12 de mayo, conquistando 42 escaños, nueve más que en 2021. Fue entonces cuando se enfrentó a un desafío formidable que finalmente superó este jueves: utilizar sus habilidades de negociación altamente reconocidas tanto por el Gobierno como por el PSOE, para poder asumir el cargo de presidente del Govern, que requería el respaldo de ERC y Comuns.
Ahora se desafía a sí mismo a superar el procés por medio de la negociación y la administración.
Es una particularidad que Illa es una singularidad en la política. A pesar de tener una educación en filosofía, es metódico, grave, y apacible, su trayectoria es larga, diversa e intensa.
Esta afirmación se respalda con su experiencia en el sector público: fue concejal y alcalde de La Roca del Vallès, director general de Infraestructuras de la Generalitat, administrador de varios departamentos del Ayuntamiento de Barcelona, ministro de Sanidad del Gobierno y ahora presidente de la Generalitat de Cataluña.
En las elecciones del 14 de febrero de hace cuatro años, logró ser el candidato más votado, empatando a 33 escaños con Pere Aragonès. Agregó 16 diputados al PSC en comparación con la elección de 2017 que, sin embargo, no fue suficiente para impedir que ERC formara un gobierno con Junts, respaldados por la CUP. Pero esa alza lo impulsó a intentarlo otra vez en los comicios de 2024, donde por primera vez el PSC logró ganar las elecciones catalanas tanto en términos de votos como de escaños.
El político catalán Salvador Illa ingresó a la política a través del llamado «efecto Illa». Esto ocurrió después de obtener amplia popularidad siendo el ministro de Salud del Gobierno durante la pandemia de coronavirus. Su meta siempre ha sido la misma: progresar más allá del proceso de independencia de Cataluña, utilizando el diálogo y sus habilidades gerenciales. De sus cuatro años como líder de la oposición, Illa aprendió una importante lección que utilizó durante su campaña electoral: un Gobierno dominado por partidos separatistas no puede funcionar adecuadamente y es necesaria una reforma.
El verdadero desafío para Illa llegó después de las elecciones, cuando tuvo que negociar con partidos separatistas para formar un Gobierno en Cataluña y también para poder llevar adelante las legislaturas planificadas en el Congreso de los Diputados. Tanto el Gobierno como el PSOE siempre han elogiado a Illa por sus excepcionales habilidades de diálogo y negociación. Anteriormente, como secretario de Organización del PSC, Illa se ganó el reconocimiento por ser un gran solucionador de problemas dentro del partido.
Illa, quien estudió Filosofía en la Universidad de Barcelona, es conocido por ser calmado y organizado. Casado y padre de dos hijas, a los 21 años fue elegido concejal de Cultura de su ciudad natal. Antes de cumplir 30, ya era alcalde, después de haberse unido al PSC. En La Roca del Vallés, ocupó esta posición durante diez años antes de unirse a la Generalitat como director de Gestión de Infraestructuras del Departamento de Justicia. También ha ocupado diversos puestos en el Ayuntamiento de Barcelona.
Se incorporó a la Secretaría de Organización del PSC en 2017, coincidiendo con un periodo crucial posterior a la declaración unilateral de independencia del 1 de octubre. Rápidamente se estableció como una de las figuras fundamentales dentro de los socialistas gracias a su habilidad para negociar, evidenciada cuando logró que ERC se abstuviera durante la investidura de Pedro Sánchez en 2020, y que ha seguido demostrando a lo largo de las semanas recientes.
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