Cuando las noticias de la controvertida triunfo electoral de Nicolás Maduro tomaron las calles de Venezuela, surgieron rápidas protestas en todo el territorio. La oposición acusó de fraude a la victoria, lo que aumentó la frustración y el miedo que se había apoderado de su ciudadanía a una semana de las elecciones presidenciales.
Hubo manifestaciones numerosas en donde los participantes se manifestaban en contra de los resultados electorales, derribando estatuas de Hugo Chávez y elevando sus voces en protesta, mientras el régimen actuaba en respuesta. Según cifras gubernamentales, 2.229 manifestantes fueron detenidos.
Por otro lado, Provea, una ONG estima que 24 personas murieron durante las protestas.
Los venezolanos que viven en España, a más de 7.000 kilómetros de su país natal, describen la cruda situación que vive su patria y sus pensamientos sobre cómo puede evolucionar el asunto en el futuro a 20minutos. Para proteger su identidad, se les asignaron nombres falsos. Franco, residente en Madrid, compartió su punto de vista, diciendo: «Ya sabía que el régimen no renunciaría al poder fácilmente. Creía que frenarían las elecciones, o que reivindicarían un falso golpe de estado, pero optaron por cometer fraude y basearse en un supuesto ataque cibernético». Según él, la única manera de poner fin al chavismo es «por la fuerza», que solo sería posible si tuvieran intervención las fuerzas armadas extranjeras. Asegura que «los militares de Venezuela están comprados, excepto los soldados rasos que están pasando hambre y simplemente siguen órdenes. Los que se rebelan son arrestados, encarcelados y desaparecidos».
Isabel, quien reside en Barcelona, percibe la situación en su natal Venezuela como muy difícil. Coincide con la visión de Franco, que dicta que la corrupción es rampante entre los militares venezolanos y no espera la intervención de fuerzas militares extranjeras para «rescatar» a su país. No confía en la capacidad resolutiva de las organizaciones internacionales ante la crisis existente. Isabel opina que «no encuentro ninguna organización digna de apoyo, como la ONU o la OEA. Parece que son un grupo de individuos que solo se lucran sin aportar soluciones a los problemas de los países. No cumplen con sus deberes», declara la venezolana, que parece tener muy poca fe en el futuro.
Isabel mantiene la esperanza de que exista una solución desconocida que pueda surgir en cualquier instante. Además, considera que los desplazamientos masivos de venezolanos a otros países de la región están causando una presión considerable en estos líderes, que pueden terminar colaborando para producir el cambio. Al cuestionarle sobre la posibilidad de un gobierno de transición, Isabel no muestra convicción en que esto sea factible. «Esta será otra situación como la vez en la que se reconoció a Juan Guaidó y no sucedió nada», dice. No obstante, agrega que mantiene su confianza en María Corina Machado: «Ella nunca nos ha abandonado. Se cuida siempre de estar enterada de lo que hace y dice».
Sobre el supuesto de un nuevo ciclo electoral, tanto Isabel como Franco ven esta idea como «ilógica». «Ninguna de las partes puede soportar otro ciclo electoral. Maduro está consciente de que sufriría otra derrota y no puede afrontar otra humillación, mientras que la oposición ya sabe que ha salido victoriosa», sostiene Franco. Isabel, por otro lado, sostiene que «llevar a cabo otra elección sin garantías es absurdo, es validar el engaño». Además, ve el comportamiento de Nicolás Maduro, al desafiar a Elon Musk o al iniciar una contienda contra WhatsApp, como el de «un psicópata en el poder» y no el de un hombre acorralado. «No hay desesperación cuando saben que están intocables. Son solo fanfarronadas», declara.
«La idea de tener que votar nuevamente no tiene lógica, sería como votar en contra de quien está encargado de contar los votos»
José, habitante de Madrid, comparte la misma perspectiva. «Maduro es arrogante. Puede estar alarmado por los levantamientos, pero no está en estado de desesperación. Está comportándose acorde a lo que es: un dictador», asegura. Para él, las chances de mejoras en la situación vigente son mínimas, ya que requeriría del respaldo de las fuerzas armadas. «Mientras el Gobierno continúe proporcionándoles fondos, no se pondrán de lado del pueblo», destaca. Además, confiesa creer «parcialmente» en la posibilidad de un Gobierno de transición, ya que para su establecimiento se debería «expulsar a todos los chavistas», argumenta el venezolano, quien añade que tampoco ve probable un nuevo ciclo electoral. «El sistema electoral está completamente bajo el control del Gobierno. La idea de tener que votar nuevamente no tiene lógica, sería como votar en contra de quien está encargado de contar los votos».
Carlos, también residente en Madrid, ofrece un punto de vista algo más optimista en comparación al de otros consultados. Para él, está claro que Maduro está en aprietos, ya que nunca esperó un posible rechazo por parte de los ciudadanos más pobres, considerados cuna del chavismo. También rechaza la posibilidad de una repetición electoral, y asegura estar convencido de la veracidad de los resultados obtenidos por la oposición. Según Carlos, la corrupción del régimen ya ha sido desenmascarada a nivel internacional y todos están al tanto de las atrocidades cometidas en Venezuela.
Para Carlos, los países de la región -donde han emigrado millones de venezolanos- desempeñarán un papel crucial para impulsar el cambio. Afirma que potencias globales como Estados Unidos, Rusia y China tienen otras prioridades en su agenda. No obstante, Carlos cree en la posibilidad de un Gobierno de transición, aunque sostiene que algunos de los políticos opositores no deben formar parte de éste por haber sido previamente chavistas. Asimismo, recalca que para instaurar este nuevo Gobierno, serán necesarios algunos miembros del actual régimen, al igual que ocurrió en España, quienes serían los catalizadores de la transformación en Venezuela. Para él son estos individuos los que podrían abrir las puertas del cambio en el país.
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