Al mencionar la sandía, nos referimos a una fruta repleta de dulzura, hidratación y frescura, ideal para las épocas cálidas del año. La llegada de la primavera y los primeros destellos del sol traen consigo las primeras cosechas que inundan los supermercados, dando comienzo a una nueva temporada de consumo de frutas veraniegas, incluyendo al melón.
Tradicionalmente, se sabe que la sandía es una fruta abundante en agua, lo que la convierte en un diurético natural beneficioso para la salud renal. No obstante, puede provocar problemas renales graves.
Aunque parezca contradicción, la sandía es una fruta singular que puede contribuir al bienestar renal, pero al mismo tiempo puede perjudicarlo.
Por eso, es crucial familiarizarse con sus verdaderas propiedades y beneficiarse de un consumo prudente. A pesar de las múltiples ventajas que ofrece esta fruta con su rojo vibrante y dulzura natural, también tiene desventajas, especialmente para aquellos que ya padecen de problemas renales. Esta fruta, muy consumida en la dieta mediterránea, muestra una cara muy diversa.
Los efectos nocivos que causa la sandía en los riñones
La sandía presenta una dualidad nutricional. Por un lado, se resalta su capacidad diurética, pero por otro, se alerta sobre su elevado contenido de potasio. Según se indica, el consumo diario de sandía podría ser perjudicial para la salud renal. En este caso, si se consume en exceso, podría tener un impacto negativo debido a la presencia de este nutriente principal.
Aunque el contenido de potasio de la sandía es relativamente bajo en comparación con otras frutas, es importante considerarlo, especialmente en personas padecientes de insuficiencia renal. Los riñones de una persona con este trastorno no son capaces de expulsar el potasio en exceso, que pasa a la sangre, causando anomalías en los latidos del corazón y potencialmente un ataque cardiaco, según la Biblioteca Nacional de Medicina. La National Kidney Foundation sugiere un límite de una taza de sandía para personas con problemas renales.
La sandía provee una serie de beneficios, particularmente para quienes no sufren de enfermedad renal. Consumida de manera moderada, la sandía puede contribuir a la hidratación y beneficiar la función renal gracias a su alto contenido de agua. Este líquido auxilia a los riñones a filtrar toxinas más eficientemente, lo que promueve un óptimo desempeño renal.
Además, la sandía es una fuente de licopeno, un antioxidante de color rojo brillante proveniente del pigmento natural caroteno. Este antioxidante, encontrándose también en alimentos como el tomate y los pimientos, ha exhibido potencialmente efectos protectores contra el cáncer de riñón en diversos estudios.
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