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La Sociedad Española de Neurología (SEN) estima que más de cinco millones de españoles padecen de migraña, y de estos, unos 1.5 millones la sufren de forma crónica, con dolor persistente más de 15 días al mes. A pesar de estos datos, la migraña todavía no se reconoce como una enfermedad crónica ni se considera al evaluar la discapacidad y la incapacidad.

Una de las voces que reclama este reconocimiento es la de la Dra. Patricia Pozo Rosich, recientemente premiada por la SEN en la subespecialidad de cefaleas, en reconocimiento a su extensa labor científica e investigadora en el campo. La Dra.

Pozo Rosich realiza esta labor desde el Migraine Adaptive Brain Center, un centro de atención e investigación de su propia creación que forma parte de Vall d’Hebron, y que estableció hace cinco años.

Al comentar sobre su premio, la Dra. Pozo Rosich expresó su gratitud y sorpresa, ya que ya había recibido el mismo premio en 2019. También destacó que, en ausencia de una sociedad específica para cefaleas en España, todas las subespecialidades se agrupan en la Sociedad Española de Neurología, haciendo este premio el único de su tipo para la subespecialidad. La doctora ve este reconocimiento como un tributo a las dos décadas de trabajo que ha dedicado a la migración y un incentivo para seguir adelante con su labor.

Hace algunas temporadas, tú instauraste el Centro de Cerebro Adaptivo para Migrañas, que es parte de la Vall d’Hebron. ¿Podrías decirnos qué es lo que sucede allí? Es un centro que comenzó a operar en 2019 y aquí realizamos mucho trabajo de investigación integral sobre dolores de cabeza, aunque principalmente nos enfocamos en la migraña. Tenemos un laboratorio preclínico, llevamos a cabo una gran cantidad de investigación traslacional y un laboratorio donde calculamos la respuesta neurofisiológica, ya sea de personas que padecen migraña o no, a ciertos estímulos. También nos hacemos cargo de la parte estrictamente clínica, donde evaluamos la respuesta a tratamientos y realizamos pruebas clínicas. En general, abordamos la migraña desde una variedad de perspectivas para poder entender mejor la enfermedad, el cerebro afectado por la migraña, lo que sucede durante los ataques, entre ataques, etc. Creo que hemos creado un concepto que no se practica en otros lugares en el país, y creo que SEN ha optado también por premiar esto. Elegí trabajar con los dolores de cabeza, ya que pensé que si lograba entender cómo funcionaba la migraña, entendería cómo funcionaba el cerebro en general. Te han galardonado ‘por tu abundante labor científica e investigativa en dolores de cabeza’. ¿En qué has estado investigando recientemente? Actualmente, estamos realizando alrededor de 40 pruebas clínicas, a nivel traslacional trabajamos en un proyecto relacionado con la genética y estamos colaborando con lo que podría convertirse en el primer biomarcador de la enfermedad. En síntesis, nos esforzamos en descubrir nueve destinos terapéuticos y nuevos tratamientos para la enfermedad.

¿Por qué decidiste especializarte en cefaleas dentro del amplio espectro de la neurología? Mi decisión fue impulsada por mi experiencia durante la residencia. Me di cuenta de que tenía el potencial de proporcionar un impacto positivo inmediato a muchas personas, dado que es una de las pocas ramas en neurología donde puedes mejorar rápidamente la calidad de vida del paciente. Además, reconocí que había una gran demanda de especialistas en esta área. También pensé que, al comprender la migraña, podría entender mejor cómo funciona el cerebro, lo cual siempre me ha fascinado, especialmente sus facetas cognitivas y funcionales. Entender sus reacciones, los motivos de sus reacciones…

Si tuviese que explicar brevemente en qué consiste una migraña, ¿cómo lo haría? Es un desafío sintetizarlo, ya que es una afección más compleja de lo que comúnmente se cree, que influye en los sistemas neurosensorial y neurovascular. Afecta a un porcentaje considerable de la población (12%), siendo especialmente prevalente en una de cada cinco mujeres. Lo principal que destacaría es que se presenta a través de episodios donde, a pesar de que el dolor de cabeza es el síntoma principal, existen manifestaciones de la enfermedad que incluyen dolor abdominal, náuseas, vértigo, aura (sensorial, visual, lingüística…), intolerancia a la luz y al ruido, etc. Es una patología altamente discapacitante que afecta principalmente a mujeres en su mediana edad, aunque puede presentarse en cualquier etapa de la vida, ya que es altamente hereditaria y mediada genéticamente.

¿Se trivializa regularmente la migraña, considerándola un “sencillo” dolor de cabeza? Así es, ya que, como mencionaba anteriormente, es una enfermedad que puede ser altamente incapacitante. De hecho, en el este de Europa, se clasifica como la más incapacitante dentro del campo de la neurología. Pese a esto, es una enfermedad a menudo estigmatizada y minimizada debido a que no resulta mortal, lo que las personas que la padecen claramente perciben y experimentan. Además de ser sumamente incapacitante, la migraña también se vincula a un riesgo vascular significativo, equiparable al de la hipertensión, algo que en mi opinión está lejos de ser trivial.

¿Cuál puede ser el impacto en la calidad de vida de una persona que sufre de migrañas? Por naturaleza, durante un episodio de migraña, una persona no puede hacer absolutamente nada, quedando completamente incapacitada para realizar cualquier actividad durante el día del ataque. El punto clave es determinar los días en los cuales una persona con migraña queda incapacitada, ya que estos marcan la severidad o el nivel de la enfermedad. Nosotros registramos esto como el número de días de migraña en un mes, y existen personas que pueden llegar a tener hasta 20 días de migraña en un solo mes…

Estas personas pasan todos esos días prácticamente sin poder hacer nada, y mucho menos trabajar o cuidar de alguien… Y estas circunstancias tiene repercusiones a otros niveles, generando ansiedad, depresión… pero todo esto se debe a que no pueden hacer y carecen de las herramientas de manejo o soluciones…

¿Existen muchas personas con migraña que cuentan con un certificado de discapacidad por esta razón? No, y esta es una de las demandas. Necesitamos un plan de acción a nivel nacional y local para la migraña, y uno de los aspectos que debería abordar es que algunos pacientes obtengan este reconocimiento, y que se la clasifique como una enfermedad crónica, algo que para ciertos pacientes resulta extremadamente necesario. En Italia, por ejemplo, ya ha sido reconocida como tal.

¿Qué estrategias se utilizan comúnmente en el abordaje de la migraña? ¿Son estos métodos sumamente efectivos? Actualmente existen diversas terapias que pueden ser efectivas, aunque no en todos los pacientes, sí en un gran porcentaje de ellos. Alrededor de un 80 a 85% de los individuos experimentan una respuesta positiva a estos tratamientos, la mitad de ellos observa una mejora significativa, mientras que la otra mitad experimenta avances parciales. Por ello, siempre aconsejo a las personas buscar ayuda, puesto que uno de nuestros mayores desafíos es optimizar los sistemas de atención para mejorar el acceso para más individuos necesitados.

¿Ha habido progresos en estos años recientes?
En las últimas tres décadas, ha habido tres revoluciones en el tratamiento de la migraña. La primera transformación ocurrió a principios de la década de los 90, con el surgimiento de los triptanes, medicamentos creados específicamente para tratar los ataques de migraña y que resultaron ser un salvavidas para muchas personas que antes recurrieron incluso a la morfina. La segunda revolución vino con la aprobación en 2012 de la infiltración de toxina botulínica como tratamiento preventivo. La última revolución se dio en 2019 con la aprobación de los tratamientos anti CGRP. El CGRP es una proteína y biomarcador de la migraña, y su regulación puede mejorar significativamente la vida de las personas con migrañas.

¿Qué será la siguiente revolución?
Creo que en este momento se están estableciendo las bases para el próximo gran avance, que probablemente esté asociado con la regulación de la expresión de las neuronas excitadoras, mediante el control de ciertos canales iónicos como los de glutamato y potasio. No obstante, la cuestión con estos medicamentos es que, por ahora, son mal tolerados. Otro progreso que aspiramos a realizar en los próximos años es la disponibilidad de una prueba de diagnóstico que complemente el diagnóstico clínico existente. De esta manera, las personas tendrían un recurso concreto a su disposición, ya que parte del estigma y la trivialización de la migraña se debe a la ausencia de una prueba que confirme el diagnóstico de la migraña.

Aunque las migrañas pueden no acortar la duración de tu vida, indudablemente disminuyen su calidad. Por esta razón, es necesario que la sociedad se comprometa más en la investigación de las migrañas, no solo para aquellos que padecen esta afección. Cabe destacar que la migraña no siempre es una prioridad en los campos de la investigación, a pesar de que debilita significativamente la calidad de vida de los afectados. En España, por ejemplo, hay una generosidad notable en lo que respecta a las donaciones, concretamente hacia una red de trasplantes que funciona eficazmente. Incentivar a las personas saludables a participar en estudios de migrañas es esencial, ya que su contribución es muy valiosa.

¿Es posible imaginar un futuro en el que ‘curaremos’ las migrañas? Quizás para ciertas variantes o en algunas circunstancias, pero me inclino más por la idea de controlar la migraña. Al fin y al cabo, esta condición es una manifestación genética y una parte intrínseca de nosotros; es parte de lo que nos constituye como homo sapiens, lo cual complica su erradicación. Las migrañas han sido un tema de conversación desde la antigüedad, con figuras históricas como Julio César y Darwin mencionando sus experiencias con las mismas. Por ello, la erradicación de algo tan arraigado en la humanidad, que ocasionalmente puede incluso tener un pequeño factor protector, parece improbable. Sin embargo, creo firmemente que será posible controlarla.

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