Es posible intuir algunas de las imágenes que van a constituir el legado de los Juegos Olímpicos, aunque todavía quedan competencias, medallas y éxitos por llegar, así como fracasos. Muchas de estas imágenes tendrán una vida efímera, serán rápidamente olvidadas, perdidas en una creciente bruma de información y fechas.
Esa misma bruma que nos hace creer que vimos en Barcelona 1992 a Montserrar Caballé y Freddy Mercury en carne y hueso. Los monarcas bajo el chaparrón, los puentes iluminados con vivos colores, la Torre Eiffel bañada en luces. La memoria solidifica todo, suaviza cada escándalo como una corriente sobre un guijarro, y quizás en algún programa de resumen mostrará una María Antonieta sin cabeza, o una interpretación contemporánea y a la vez tradicional de «La Fiesta de los Dioses» de Jan Hermansz.
Podrá quedarse en la memoria el instante en el que el fuego se alzó sobre París, el recuerdo de la lluvia, la voz celestial de Celine Dion. Siempre fue así: olvidamos las ausencias (mi generación vivió ignorando los asesinatos de Munich 72 hasta que Steven Spielberg los trajo a la luz y los compartió con el mundo), los prohibiciones, las guerras y el contexto.
Indudablemente, permanecerá en nuestras memorias esa figura enérgica de Simone Biles, con su capacidad para hipnotizarnos en sus actuaciones, tan similar a un fénix que podríamos correr el riesgo de trivializar su batalla interna, que desde Tokio ha emprendido. Este combate frente a sus propios demonios y su lucha constante, día a día, hora tras hora, la ha llevado al lugar donde siempre debió estar por derecho propio. Lamentablemente, lo que también perdurará será la infinidad de transmisiones, pero con análisis deficientes, porque cada vez son menos los medios que cuentan con la experticia en deportes menos comunes y se escriben críticas sin suficiente conocimiento e informan solo lo que atrae a las grandes masas. También quedará grabado en nosotros aquel instante en que vimos lo que está aquí, y lo que vendrá: los Juegos como reflejo de nuestra era y de épocas. Seremos suertudos si eso es lo único que recordamos. Comentarios.
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