Un villa situada en la localidad de Somosaguas en Madrid guarda tras sus paredes uno de los secretos más flagrantes de nuestra historia oscura. Ha sido el escenario de grabaciones de series y películas, así como de desenfrenadas y lujosas fiestas.
Como hogar de Dionisio, dicen que en su planta baja, durante años, los excesos no conocieron límites. Y en una noche, en la planta superior, la maldad tampoco encontró fronteras. Por menos de tres millones de euros, puedes habitar en este sitio que ha sido testigo de las celebraciones de la aristocracia y uno de los asesinatos más publicitados en España.
El misterio aún se cierne sobre lo que ocurrió en la madrugada del 1 de agosto de 1980. Los marqueses de Urquijo fueron encontrados sin vida en sus camas. Al marqués lo ejecutaron de un tiro en la nuca, a la marquesa de dos disparos. Ninguna persona escuchó nada. La empleada del hogar descubrió la escena al amanecer. Una pesquisa llena de obstáculos y contratiempos. Las balas utilizadas en el delito desaparecieron durante el proceso judicial. El arma del crimen, hallada por unos jóvenes en el embalse de San Juan, fue sustraída del recinto municipal. La noche del homicidio, los guardias de seguridad estaban ausentes, su coche se había averiado. La alarma también había sido desactivada. Romero Tamaral, quien parecía ser el único oficial de policía empeñado en descubrir la verdad, fue excluido del caso cuando inició sus indagaciones sobre los hijos de los marqueses.
Diversas suposiciones se cernían alrededor del crimen organizado, la mafia y los asesinatos a sueldo. Un único condenado, Rafael Escobedo, ex esposo de Myriam, la hija de los marqueses, quedaba en el centro de la tormenta. A pesar de haberse autoincriminado, luego intentó retractar su declaración, alegando haber sido torturado por la policía. Una evaluación psicológica determinó que su personalidad no coincidía con la de un asesino potencial. Cinco años después, se le encontró ahorcado en su celda, pero una autopsia reveló la presencia de 15 miligramos de cianuro en sus pulmones. Su defensor, García-Montes, sostiene que fue envenenado. Rafi había sustraído el arma de su padre y se encontraba en el lugar del hecho en la noche del crimen. La justicia le atribuyó la responsabilidad del asesinato doble, pero dejó una puerta abierta al afirmar que actuó “solo o en compañía de otros”. Aunque todos fueron absueltos, algunos siguen sospechando de ciertos «otros».
Myriam de la Sierra, hija de los marqueses, contrajo matrimonio con Rafael Escobedo en contra de los deseos de su padre. En entrevistas ulteriores, admitió que en su día no estaba segura de querer casarse. La acusaban de ser fría y calculadora, lo que intensificó las sospechas que la rodeaban. Tanto ella como su hermano Juan fueron considerados como posibles instigadores del crimen. La relación con Rafi se deterioró rápidamente y separaron antes del fatídico incidente de agosto. Ante el juez, Myriam declaró que su ex pareja, cuatro días antes del asesinato, le advirtió: «Vas a acordarte de mí, voy a arruinar a tus padres, y esta vez en serio». Rafi, por otro lado, afirmó que ella también estaba en la casa la noche del asesinato.
Juan de la Sierra, el hermano de Myriam y confidente de Rafi, era un conocido amante de la vida nocturna. Se rumoraba sobre su supuesta relación romántica con Rafi. Residía en Londres, aunque había vuelto a Madrid esa misma noche. Estuvo en el lugar durante la inspección de la casa, lo que resultó bastante extraño debido a que la policía permitió que Juan y el administrador permanecieran solos en la escena del crimen, rodeados de cadáveres. Todos los oficiales habían ido en busca de un cerrajero para abrir la caja fuerte y eliminar así la motivación del robo. Al regreso de los oficiales, notaron que varios documentos habían sido incinerados y los cadáveres de los marqueses, limpiados, dificultando el trabajo de los forenses.
Javier Anastasio, otro amigo íntimo de Rafi, fue sindicado como colaborador del delito. Se le vio con Rafi la noche del suceso y al día siguiente, se descubrió que había arrojado el arma homicida a un pantano. Pasó más de tres años en prisión preventiva. Se esperaba que fuera juzgado como coautor del crimen pero justo después de ser liberado provisionamente, huyó a Rio de Janeiro. Regresó a España 30 años más tarde, cuando el crimen había prescrito. Mantuvo su inocencia durante todo ese tiempo, alegando que solo trató de auxiliar a su amigo con el arma y que se escapó porque no creía en la justicia.
Diego Martínez Herrera, conocido como el encargado, servía como el hombre de fe de la familia. Ostentaba una gran autoridad en la propiedad y fue identificado como el cerebro tras la maniobra. Místeriosamente, se presentó en el lugar de los hechos vestido completamente de negro antes de que alguien pudiese informarle lo que había sucedido. Procedió a organizar la remoción de los cuerpos e increíblemente, mostraba múltiples heridas en uno de sus brazos. Personas cercanas a la familia revelaban que este hombre mantenía una relación tensa con los Urquijo, por razones de egos y conflictos monetarios. Un día después de la aprehensión de Rafi, realizó un viaje relámpago a Londres en compañía de Javier Anastasio. Ambos titubearon cuando se les preguntó acerca de su viaje y no lograron explicar su verdadero propósito.
Mauricio López-Roberts, marqués de Torrehermosa y amigo de Rafi, fue condenado. Recibió una sentencia de 10 años de prisión por ser cómplice del ilícito. La sentencia señala que estaba al tanto del homicidio pero no reportó el hecho a la policía. Aunque no tuvo ninguna otra implicación en el asunto, fue condenado por su reticencia y silencio.
Vicente Díaz Romero, el mayordomo. Un personaje clásico. Sin embargo, no se encontraba en Madrid cuando los marqueses fueron asesinados y siempre afirmó que Juan y Myriam estaban implicados. En sus declaraciones, insistía en que el suceso se debió a una conspiración entre los hijos, Rafi, Mauricio López-Roberts y el administrador, todo ello impregnado por resentimientos y disputas por herencias.
¿Cuál fue el informe oficial al respecto?
La interpretación oficial del caso es que Rafi fue el asesino. La velada del último día de agosto tuvo lugar una cena compartida con Javier Anastasio y otro individuo conocido como el sastre. El consumo excesivo de licor fue el protagonista de esa noche, el sastre se retiró y los otros dos se dirigieron a la residencia de los progenitores de Rafi para sustraer un arma y otros objetos, culminando con la invasión a la vivienda de los Urquijo donde los asesinaron a balazos. A pesar de las numerosas falencias en la investigación, un considerable número de investigadores sospecha de la intervención de terceros. La noción de la participación de “otros” se mantiene a pesar de su identidad indeterminada. Después de 44 años de un delito casi impecable, la realidad de lo ocurrido solo se desvelaría si las paredes fueran capaces de hablar. La propiedad se encuentra en venta desde enero. “Maravilloso terreno de 2.721 metros cuadrados con piscina y cancha de tenis” es lo que indica el aviso en la plataforma Idealista. El precio de la morbosa propiedad ronda los dos millones y medio de euros.
Perfil
Carmen Corazzini realizó estudios de periodismo y comunicación audiovisual. Luego se especializó a través de un posgrado en ‘Investigaciones profundas en Terrorismo: análisis y estrategias’ y un segundo en ‘Criminología, victimología y delincuencia.’
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