La playa ofrece una diversidad de olores y experiencias nuevas que contribuyen a un mejor estado físico del canino, previniendo la obesidad, facilitando la interacción social con otros caninos y su entorno, y minimizando el estrés. Sin embargo, la arena puede llegar a tener una temperatura alta, pudiendo lastimar las patas del can.
Es fundamental mantenerla bajo control para prevenir daños en sus almohadillas. Una alternativa podría ser proporcionarle protectores térmicos o asegurarse de que permanezca siempre bajo una sombrilla. Es importante también prestar atención a la posible ingestión de arena, ya que puede causar problemas en el sistema digestivo e incluso obstrucciones.
A diferencia de los humanos, la producción de vitamina D a través de la piel en los perros es insuficiente, por ende, obtienen la vitamina D que necesitan de su dieta. Aunque la exposición al sol puede ser ventajosa para el perro, debido a que puede regular la temperatura corporal, aliviar los dolores articulares y mejorar su estado de ánimo, la RSCE sugiere la utilización de protectores solares y fotosensibles, especialmente en las áreas del hocico y las orejas, para evitar posibles lesiones cutáneas y, por ende, disminuir el riesgo de cáncer. Adicionalmente, aconseja no afeitarles, ya que su pelaje proporciona una barrera aislante tanto contra el frío en invierno como contra el calor en verano.
El mar puede resultar beneficioso para nuestros perros debido a su contenido antibacteriano y antimicrobiano, lo cual puede aliviar diferentes afecciones cutáneas como la sarna. Además, caminar y nadar en agua salada son actividades de bajo impacto que ayudan a fortalecer las articulaciones de los perros y favorecer su sistema cardiovascular. Sin embargo, es vital tener en cuenta que la ingestión de agua salada puede resultar peligrosa para la salud del perro, dado que puede causar problemas como hipernatremia o intoxicación gastrointestinal. Por ello, siempre es recomendable llevar agua dulce y potable para evitar que nuestros amigos caninos beban agua del mar cuando estén sedientos.
Durante nuestras visitas a la playa, es común que también tengamos acceso a una piscina – ya sea en una casa de vacaciones o en un hotel. Pero, ¿Debe nadar nuestro perro en una piscina? Si se toman las medidas correctas, un chapuzón durante un caluroso día de verano puede ser inofensivo para nuestro perro y ayudar a reducir su temperatura corporal, disminuyendo el riesgo de un golpe de calor. No obstante, es preciso tener en cuenta que el agua de las piscinas contiene productos químicos que, si son ingeridos por el perro, pueden causar intoxicación y provocar síntomas como diarreas, vómitos o problemas en los ojos. Adicionalmente, la orina del perro puede reaccionar con el cloro de la piscina, creando un olor que resulta perjudicial para estos.
Es cierto que las olas y las corrientes pueden ser entretenidas para perros, niños y adultos, pero no todas las razas de perros son igual de diestras en el agua. Por tanto, es fundamental seleccionar un área de poca profundidad y sin corrientes, para previniendo que el perro se aleje demasiado de la orilla. La supervisión constante es esencial para garantizar su seguridad. En este mismo sentido, es recomendable prestar atención a las banderas de advertencia como indicador para asegurar que es seguro zambullirse en el agua.
Es esencial para la salud de nuestro perro llevar a cabo una limpieza cuidadosa con agua fresca para eliminar importantes trazas de suciedad y sal de su piel y pelaje, de esta forma evitaremos que al limpiarse con su lengua ingiera estos residuos y se intoxique. Posteriormente al baño, es primordial secarlo adecuadamente para prevenir la formación de hongos en la piel o las orejas, esto es especialmente crucial en perros de orejas largas y caídas como los Cocker Spaniel, Basset Hound, Labrador o Golden Retriever.
Es importante tener en cuenta que si nuestro perro muestra resistencia para bañarse, no se debe forzar la situación ya que puede ocasionarle cuadros de estrés o ansiedad. Cabe señalar que no todas las razas de perros son igual de aptas para nadar: las razas cuya estructura ósea es más alta que larga, como los galgos, por ejemplo, no son tan eficientes en el agua. Los Teckel y los Basset Hound tampoco son expertos nadadores, dado que sus cuerpos largos y patas cortas hacen que nadar les suponga un gran esfuerzo.