El Papa Francisco pide a más de 200 obispos no permitir la entrada de personas homosexuales a los seminarios, argumentando que ya existe mucho "mariconeo".
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El papa Francisco pide a los obispos que no admitan seminaristas homosexuales porque ya hay demasiado “mariconeo”.
Petición de papa Francisco para homosexuales
En un encuentro privado con más de 200 obispos, el Papa Francisco ha reafirmado su postura de no permitir la entrada de personas homosexuales a los seminarios, argumentando la necesidad de evitar posibles situaciones de doble vida.
Esta afirmación ha sorprendido a muchos de los presentes, según informes de medios italianos como Repubblica.
Durante este encuentro, un obispo planteó al Pontífice qué medidas tomar en el caso de que un candidato abiertamente homosexual deseara ingresar al seminario.
En respuesta, Francisco reiteró su postura sobre la necesidad de establecer límites para evitar que aquellos con orientación homosexual; quienes podrían llevar una doble vida, accedan al sacerdocio.
Fue entonces cuando el Papa hizo referencia, de manera jocosa, al comportamiento inapropiado que, según él, existe en algunos seminarios italianos.
El término controvertido utilizado por el Papa
Durante este intercambio, el Papa empleó la palabra «frocciagine», que tiene connotaciones despectivas hacia la comunidad homosexual.
Esta expresión fue utilizada durante la asamblea de primavera el pasado 20 de mayo, en la cual el Papa discutió abiertamente con la Conferencia Episcopal Italiana (CEI).
En este contexto, el Papa fue categórico al afirmar que no se debería permitir la entrada de personas homosexuales en los seminarios.
Este comentario del Papa ha causado sorpresa debido a su habitual actitud de comprensión hacia las personas homosexuales, incluso llegando a aprobar la bendición de parejas del mismo sexo sin equipararlas al matrimonio.
Anteriormente, Francisco había expresado: «¿Quién soy yo para juzgarles?».
Postura de la Iglesia sobre el tema
La instrucción del dicasterio del Clero de 2005, durante el papado de Benedicto XVI y confirmada en 2016 bajo el mandato de Francisco, establece que la Iglesia no puede admitir en los seminarios ni en las Órdenes sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la llamada cultura gay, aunque se respete profundamente a las personas en cuestión.