María es una madre malagueña que pide ayuda para tratar a su hijo de 31 años porque lleva 10 años sin salir de casa jugando a videojuegos.
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Una madre pide ayuda porque su hijo lleva 10 años sin salir de casa. Su hijo tiene 31 años y lleva mucho tiempo encerrado jugando a videojuegos. La madre exige que le diagnostiquen agorafobia.
10 años sin salir de casa. La madre pide ayuda
La madre tiene 58 años y está desesperada. Su hijo lleva cerca de diez años sin salir de su habitación en un barrio de Málaga y está apunto de cumplir 32 años. “Se pasa los días jugando por Internet y viendo series y películas.
Estoy desesperada”. Necesita ayuda para que su hijo se pueda recuperar.
Cuenta que el verano pasado tuvo que salir a la calle obligado por primera vez. Tenía los dedos hinchados y pus, quiso que el podólogo fuera a la casa pero no atendía a domicilio, relata.
Así han sido los 10 años sin salir de casa de su hijo
El joven de 31 años en julio cumplirá 32 años. Pasa los días sin abandonar su habitación, en pijama, pegado a la pantalla del ordenador. Únicamente sale para ducharse y comer. La madre cuenta que en la Universidad de Málaga, donde estudiaba su hijo, sacaba buenas notas. Además, al mismo tiempo trabajaba para ganarse un dinero. Sin embargo tuvo un bajón en el rendimiento académico y decidió dejar de estudiar. Lo cierto es que el detonante para abandonar las relaciones sociales es una lesión deportiva. “Tras dejar los estudios ya salía muy poco, se lastimó la rodilla, el médico le mandó un mes de reposo y ahí… se acabó”.
Convenció a su padre para ponerle una cerradura
El hijo decidió no abandonar su habitación. De hecho, cuenta la madre, convenció a su padre con Alzheimer para que le pusiera una cerradura a la puerta. «A partir de ahí se quedó en casa. Los amigos le intentaban sacar, venían el día de su cumpleaños pero él no quería ni que vinieran», cuenta María. También lo intentó su hermana la cual vive afuera de la casa, «pero ni siquiera contestaba sus llamadas ni sus WhatsApps». La madre sufrió un ictus en su último trabajo y está cesante. “Cobro una pensión de viudedad de 560 euros”, asegura, tras fallecer su marido en enero de 2020. Con este dinero, viven madre e hijo. Pide que le diagnostiquen de agorafobia a su hijo.