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La kombucha se ha transformado en la bebida de moda. Tal es así que incluso la reina Letizia la ha bebido durante la gala de los Premios Planeta.
Elaborada a base de té y con la fermentación de hongos, bacterias y levaduras, la bebida de la que todo el mundo habla ya la tomaban los antiguos emperadores de China y los samuráis, que la conocían como el ‘elixir de la vida’.
La kombucha ha invadido nuestras vidas últimamente, pasando de estar en los locales de moda a los lineales de los supermercados de todos los barrios y los Instagram de cualquier nutri-influencer que se tercie.
Se trata de un té al que se le ha añadido azúcar y después se fermenta con una ‘mezcla’ de bacterias y levaduras conocida como ‘scoby’ y proviene en una especie de disco parecido a un algodón. Una mezcla de hongos gelatinosos y bacterias que actúan de forma coordinada, lo que se conoce en biología como ‘zooglea’.
Estos hongos y bacterias se encargan de fermentar el azúcar que se ha añadido produciendo ácido láctico, es decir, que generan alcohol. Según sea esa fermentación, la kombucha final tendrá mayor o menor graduación alcohólica.
Los fanáticos incluso preparan kombucha casera, traspasando el ‘scoby’ como antiguamente se hacía con el kéfir o la masa madre para hacer el pan. Al ser una bebida, la kombucha funciona como un probiótico.
Se produce una fermentación alcohólica de esos azúcares, por lo que la graduación de la kombucha puede ir del 0,5 al 2%. Tiene un 7% de azúcares libres: de 300 ml de esta bebida pueden llegar a aportar 21 gramos de azúcar. Resulta muy fácil superar el límite que recomienda la OMS como saludable respecto a los azúcares libres y añadidos.
Efervescente y gaseosa, en la Kobucha puede llegar a haber «cantidades bastante altas de azúcar» y, aunque «es baja en alcohol», sí puede llegar a contener «uno o dos grados». Además, hay que tener cuidado con la que se fabrica en casa, puesto que en la fermentación podrían colarse bacterias.
Uno de los peligros puede ser la aparición del aspergillus si no se toman las medidas de higiene y precaución bien establecidas. Este hongo puede causar daños en el cerebro, especialmente en personas con el sistema inmunológico debilitado.
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