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Nuevas novedades en el crimen de Susqueda, cuando un testigo afirma que oyó disparos y gritos la noche en que mataron a Marc y Paula en el pantano. Se trata de un testigo que no tomó declaración en ese entonces porque era menor.
Un nuevo testigo ha contado que oyó gritos y disparos el día que se cometió el crimen de Susqueda, cuando mataron a Marc Herández y Paula Mas, de 23 y 21 años, en el pantano de Gerona que dio nombre al caso.
La pareja desapareció en agosto de 2017, cuando se fueron a pasar el fin de semana al pantano de Susqueda (Girona). Estuvieron desaparecidos un mes. Hallaron sus cuerpos en el fondo del pantano con evidentes signos de violencia. También estaba el coche en el fondo del pantano.
El testigo, que por entonces no pudo declarar pues era menor de edad, vivía en la masía Llomar, cerca del pantano de Susqueda, en agosto de 2017 cuando ocurrió el crimen. Ahora, reside en Francia, y desde allí ha declarado, según el diario El Caso, que el día del crimen oyó unos tiros, después unos gritos y, finalmente, otro disparo.
Es el séptimo testigo que declara en estos cuatro años que oyó gritos y disparos el día de la muerte de Paula y Marc.
Los agentes le han tomado declaración por video conferencia. La calidad de la señal ha impedido que Schenkel pueda dar más detalles y se ha comprometido a ir a comisaría cuando vuelva a España a prestar declaración de nuevo.
Para los investigadores, Jordi Magentí es el principal sospechoso pero está en libertad sin cargos. Este vecino de la zona con antecedentes de asesinato por matar a su mujer hace años.
Pero el nuevo testigo también deja sospechas sobre otra persona que se encontraba en la zona el día del asesinato. El testigo ha declarado ante el juez que en el momento del crimen junto a ellos se alojaba también Victor Pierre Veyrier, pero que en el momento de los disparos no estaba con ellos. Veyrier siempre mantuvo que en el momento del crimen se encontraba arreglando unos cables con el dueño de la propiedad, sin embargo, este nunca lo ha confirmado. En lo que coinciden todos los inquilinos de la casa es en que Veyrier se ausentó un buen rato aquel 24 de agosto y que cuando regresó tenía una herida sangrante en la mano para la cuál no encontró explicación.
Más de cuatro años después, el crimen de Susqueda sigue sin resolver.
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