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El concejal de Urbanismo del PP, Javier Rodrigo de Santos, acusado de abuso de menores. La justicia también lo condena por violación de presos y otros delitos.
A Javier Rodrigo de Santos llegaron a considerarle la esperanza del Partido Popular de las Islas Baleares.
Finalmente ha sido condenado por abusar del hijo de un amigo suyo. Esta semana ha vuelto a estar en el banquillo. Es acusado de agredir sexualmente a dos presos a los que chantajeaba con retirarles el aval que los mantenía en libertad.
Javier nació en Burgos en 1965. Su carrera política está marcada por el ultracatolicismo que practicaba, llegando a fotografiarse con el Papa en una manifestación contra el matrimonio homosexual. Comenzó a ganar relevancia en 1997, cuando la expresidenta del Congreso y exministra de Sanidad, Ana Pastor, le nombró delegado en Palma de Mallorca de la Mutualidad General de Funcionarios Civiles del Estado, Muface.
En 2003 llevó la dirección de la campaña electoral con la que el popular Jaume Matas tiñó de azul las islas, consiguiendo la mayoría absoluta en la autonomía, y ocupó el segundo puesto de la lista electoral con la que el PP también logró la mayoría absoluta en Palma, la capital. Le nombraron teniente de alcalde y le dieron el área de Urbanismo, lugar en el que perpetró su primer escándalo, por el que el PP le expedientó y expulsó de la formación.
Entre 2006 y 2007, a final de la legislatura, las autoridades detectaron gastos anómalos en la tarjeta de crédito que le proporcionaba la empresa municipal de Urbanismo de Palma. Eran más de 50.000 euros. Él los justificaba bajo conceptos como «consulting de relaciones públicas y asesoramiento de imagen», pero la Fiscalía Anticorrupción llegó a descubrir que se trataba de consumiciones en locales de prostitución masculina. Una noche llegó a gastar casi 1.500 euros. Por estos hechos se sentó en el banquillo en 2009.
En el proceso contó que comenzó con el consumo de cocaína en 2001 por la «presión» del trabajo y terminó asegurando haber llegado a consumir entre 22 o 23 gramos al día, una cantidad que los forenses dieron por imposible.
Apenas un mes después, fue detenido por abusar sexualmente de menores. Le acusaron los padres de tres chicos, dos de ellos menores, que acudían a las clases de catequesis que impartía su mujer. Fue condenado en 2009 a 13 años y medio de privación de libertad, una pena que el Tribunal Supremo redujo a cinco años.
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