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La Policía descarta que la agresión de los ocho encapuchados de Malasaña sean una banda organizada. Los agentes no han encontrado pistas en las cámaras de seguridad cercanas al domicilio que ayuden a identificar a los agresores homófobos.
La Policía Nacional descarta que los autores de la agresión homófoba sucedida el domingo 5 de septiembre por la tarde en Malasaña pertenezcan a algún tipo de banda juvenil u organizada. Los agentes continúan revisando cámaras de seguridad, hablan con los vecinos y comerciantes del barrio para identificar a los agresores.
La Policía Judicial de comisaría Centro y la Brigada Provincial de Información son los encargados de llevar a cabo la investigación. En total son treinta agentes los que se encuentran actualmente interrogando a los vecinos de la zona por los hechos sucedidos.
Actualmente los testimonios, en los que se aportan fotos de los posibles agresores, y las cámaras de seguridad que grabaron la zona de la Plaza 2 de mayo y del Metro Tribunal no han arrojado pistas ni rostros de los posibles autores. La Policía Nacional también ha hablado con la víctima. Le han preguntado si había sido amenazado o perseguido por alguien en las últimas semanas.
El joven agredido es un chico homosexual de 20 años, español, y ha explicado a los agentes que no tenía problemas serios con nadie. No conocía a sus atacantes. Las ocho personas que se lanzaron sobre él cuando abría el portal de su casa vestían sudaderas con capuchas negras y mascarillas. Debido a la mala visibilidad de sus rostros se complica mucho su identificación, tal y como consta en la denuncia.
Actualmente los agentes se encuentran ante diversas líneas de investigación. No se cierra la posibilidad de algún tipo de conexión personal entre la víctima y sus agresores, pero en principio descarta un ajuste de cuentas. Por ahora se están analizando sus redes sociales por si la víctima hubiera compartido algún comentario que no desagradara a los violentos.
De momento parece claro, por las características de la paliza, que se trata de un delito de odio al grabar con navajas la palabra «maricón» en la nalga del joven.
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