Katie Piper es una chica inglesa, muy hermosa y por ello es apreciada por todos, antes del accidente trabajaba en el mundo de la comunicación y la moda y pasaba mucho tiempo en el mundo social, no le faltaba nada.
Solo tenía un deseo: no ser vista como un objeto o un trofeo por los hombres que conociera, a menudo ocurría que la apreciaban por su aspecto físico y se le acercaban personas peligrosas, esto es lo que le ocurrió en particular en 2008, cuando conoció a un chico llamado Daniel Lynch, de 28 años, quien conoció en Facebook, a Katie la atacaron con ácido.
Además de los cumplidos habituales, el hombre enseguida mostró su aprecio por la carrera de Katie, ella también lo consideraba guapo, inteligente y romántico, características que son difíciles de encontrar juntas, especialmente teniendo en cuenta sus experiencias pasadas.
La confirmación llegó el día de su primera cita: Daniel demostró ser un novio perfecto, era muy amable con ella y siempre le prestaba atención cuando hablaba. Por esta razón, Katie estaba muy dispuesta a reunirse con él de nuevo.
Sin embargo, la primera vez que se dio cuenta de que algo iba mal fue justo después de esa fecha. Poco después, Daniel le declaró inmediatamente su amor, lo cual fue romántico, pero también extraño y precipitado, ya que se conocían desde hacía poco tiempo.
Con el paso de los días, ella notó que él empezó a reaccionar con violencia, incluso ante incidentes menores, pequeños celos que aún podía perdonar, ya que no los consideraba peligrosos.
Por eso, 15 días después, decidió volver a verle. Sin embargo, no fue sólo una tarde, sino un fin de semana, esto implicaba, por tanto, también una noche juntos: «El hombre que era mi novio me atacó. Me toqué la nuca y sentí que la sangre bajaba», cuenta Katie en su libro sobre aquella noche. Daniel la atacó y la violó, pero no se detuvo ahí: la amenazó con matarla haciéndole varios cortes con una hoja de afeitar.
Después de llevarla a casa, la amenazó con no contarle a nadie. Katie obedeció con miedo, ni siquiera habló con las enfermeras que trataron todas sus heridas en el hospital. Durante los días siguientes, se encerró en su casa con la intención de no volver a verlo.
Sin embargo, él, espiando todos sus movimientos, encontró la manera de sacarla, sabía que ella no tenía Internet en casa, así que la convenció para que fuera a una cafetería donde simplemente encontraría un ordenador con una carta suya, sin su presencia.
Inmediatamente se dio cuenta de que un vagabundo con una taza de café en la mano se acercaba a ella. Katie estaba convencida de que solo intentaba suplicar, pero cuando estuvo lo suficientemente cerca le vertió el contenido de la taza en la cara.
«Por un momento no entendí lo que había pasado. Entonces llegó el dolor: una explosión, una sensación que nunca había sentido en mi vida. Sentí que me ardía la cara, tanto que pensé que se incendiaría en cualquier momento». El último regalo de Daniel: ácido sulfúrico para desfigurar su rostro.
Katie empezó a gritar y entró en el club, y los asistentes llamaron inmediatamente a una ambulancia, tenía quemaduras de tercer grado, un ojo ciego, la boca y el esófago dañados y heridas en otras partes del cuerpo donde había caído el ácido. En el hospital la dejaron en coma durante 12 días, a partir de ese momento, comenzó su proceso de curación, que incluyó 40 operaciones para reconstruir su rostro.
Además de su cara, Katie también había perdido su trabajo, había sufrido una violencia inhumana, decidió no dejar que su atacante se saliera con la suya. Daniel Lynch fue condenado a cadena perpetua, junto con el falso vagabundo que había acuchillado la cara de Katie: Stefan Sylvestre, un cómplice. Lynch ya había sido denunciado a la policía por lanzar agua hirviendo a otras personas, pero los agentes pudieron finalmente inmovilizarlo gracias a un vídeo.
Katie, gracias a su libro, se ha convertido en un modelo para todas las mujeres que han sufrido violencia. Consiguió casarse y tener una hija, cree que la fuerza reside en seguir compartiendo y hablando de la experiencia pasada.
Nos enseña a prestar atención a los primeros signos de comportamiento violento, pero sobre todo a hablar de ello y buscar ayuda. Muchos casos de abuso de mujeres no terminan bien.
El silencio es el mejor aliado de los hombres violentos, y así nos lo enseña también la señorita que habló de ello en su Facebook live: Señorita marcada con ácido, primer FB live: «Nadie nos quita la voz».
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