En Holanda un hombre, Didi Taihuttu, se arriesgó vendiendo todo para invertir en bitcoin, la moneda electrónica, soñando con la riqueza en 2020.
El caso
Desde Holanda nos llega una historia estrambótica: la de un hombre, Didi Taihuttu, de 39 años, casado y padre de tres hijas, que vendió todo lo que él y su familia poseían (su casa, su coche, su moto e incluso la ropa y los juguetes de las niñas) para apostar por el potencial del bitcoin, una moneda electrónica acuñada en 2009, que cree que tendrá un gran auge en 2020, año en el que Taihuttu cree que se hará rico, verá triplicar o cuadruplicar su patrimonio y disfrutará de la vida.
De hecho, esta moneda ha llegado a valer más que el oro. Básicamente, este padre cree en la cibereconomía.
Ahora vive en una caravana de acampada cerca de la ciudad de Venlo, en la frontera alemana, con su numerosa familia, que no ha perdido su alegría, esperando un futuro económico próspero: «La gente me dice que me estoy volviendo loco».
Pero somos una familia a la que le gusta la aventura y apostamos. También elogia a Internet, que «ha sido una revolución en la información», a la cadena de bloques «blockchain», una base de datos especial que se originó con la moneda bitcoin y a la criptodivisa basada en los principios de la criptografía. «Estamos revolucionando el sistema monetario», señala Taihuttu, que evidentemente debe entender de economía, y piensa que «dentro de cinco años, todo el mundo dirá: deberíamos haber visto venir esto». «Reacciono a ello cambiando ahora».
El día a día de este padre holandés es muy seguido en las redes sociales y él y su familia sólo esperan «inspirar a mucha gente a vivir la vida que quieren vivir», porque hay que recordar que «sólo se vive una vez».
El comienzo de la aventura
La idea se le ocurrió a Didi tras la muerte de su padre, John, a los 61 años. El joven decidió vender el negocio familiar y, necesitando un poco de descanso, viajó por el mundo con sus seres queridos durante nueve meses.
Durante este tiempo, conoció a gente que utilizaba el dinero digital y aprendió cómo funcionaba. Se convenció del potencial de esta moneda, fundó su propia empresa con algunos amigos y el verano pasado decidió vender todo con la esperanza mencionada. Ahora su familia tiene una buena cantidad de bitcoins y está esperando que su valor aumente. El hombre afirmó que «la vida es aburrida si nunca te arriesgas» y aunque sus esperanzas no se hagan realidad, la falta de dinero no le asusta, porque piensa que hay cosas peores en la vida -quizá porque aún no le ha pasado y dice estar convencido de que no le va a pasar a él, con la esperanza de los bitcoins: ¿lo conseguirán él y su familia? -.