La sentencia señaló que el acoso se basaba en las deficiencias físicas del soldado, las cuales usaba el sargento para hacerle burla constantemente.
Fue en 2010 cuando destinaron al soldado a la Sección de Radio Satélite de la Compañía de Transmisiones 16, dentro de la Brigada de Infantería Ligera Canarias XVI, allí su estado físico se convirtió en el foco de acoso por parte de su sargento.
El joven tenía un defecto en los pies, una cadera más alta que otra y las rodillas para dentro lo que le impedía correr normalmente, todo ello le valió para que le pusieran el mote de “Vecchia”, que en italiano significa “vieja”.
El acoso del sargento hacia el soldado
«Está mal hecho», «tiene el cuerpo raro», «cuando anda parece que esquía», eran solo algunas de las humillaciones que el militar tenía que soportar públicamente. Llegaron a componerle un tema de rap lleno de insultos y que difundían por whatsapp.
Una de las cosas con las que ofendía a su subordinado era con temas relacionados con su pareja En una ocasión le preguntó delante de otros compañeros si «era capaz de follarse a su novia». Otra de las veces al ver que el soldado tenía una foto de ella en su móvil le espetó «las mujeres que se hacen fotos así parecen putillas».
A sabiendas de sus dificultades para correr, le ordenó recorrer una distancia con el traje NBQ y la máscara puestos. Además, cuando el militar cometía fallos el sargento le daba golpes en el pecho de forma privada y pública para avergonzarlo.
El ofensivo apodo lo usaba en frases del tipo; Vecchia, ven aquí a la derecha de papá» o «Vecchia, ponte aquí a la derecha de tu amo».
La sentencia
El Tribunal Militar Territorial Quinto, señaló en la sentencia que el sargento era culpable del delito de abuso de la autoridad, imponiéndole una condena de dos meses de cárcel y una multa de 800 euros por daños morales hacia el militar.
El escrito indica que «con evidente abuso de su autoridad. No puede admitirse que fueran bromas, las cuales por cierto no siempre son divertidas o inocuas. Pueden no tener ninguna gracia para quien las sufre». Algo que en esta ocasión si afectó al soldado quien declaró sentirse «humillado, vejado, avergonzado y con ganas de recluirse en su alojamiento».
Además, remarca que «El comportamiento del sargento no lo justificaban ni los continuos fallos del soldado ni mucho menos sus limitadas aptitudes físicas».
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