Nadirah Angai escribió un emotivo post en Facebook: el tema es el de ser madre y mujer, una elección que siempre debe ser individual
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Nadirah Angai es una joven autora. Pero también es esposa y madre. Vive en Missouri, Estados Unidos. A menudo escribe mensajes muy emotivos en Facebook, dirigidos específicamente a las mujeres. En concreto, en uno de estos posts explica cómo se pueden sentir las mujeres cuando se las relega al papel de madres.
Y habla de lo harta que está de todos los supuestos «consejos» que vienen de la sociedad.
En algún lugar hay una mujer. Tiene 30 años y no tiene hijos.
La gente le pregunta: «¿Todavía no tienes hijos?» La respuesta cambia cada día, pero normalmente implica sonrisas y palabras susurradas.
«No, todavía no», dice tratando de ocultar su frustración. «No esperes demasiado, el tiempo pasará», dice el «sabio» antes de alejarse, contento de haber compartido su propia «gran verdad».
La persona se va, mientras la mujer se queda con su sonrisa. Pero cuando se queda sola, llora….
Llora porque ha estado embarazada cuatro veces, pero ha sufrido cuatro abortos. Llora porque quiere tener un hijo desde su noche de bodas, pero ya han pasado cinco años. Llora porque su marido tiene una ex mujer, que ya le ha dado hijos. También llora porque incluso ha intentado la fecundación in vitro, a pesar de no poder pagarla.
Llora porque la medicación que tiene que tomar no le permite quedarse embarazada. Llora porque este problema ha creado un conflicto en su matrimonio. También llora porque los médicos le han asegurado que no le pasa nada, pero está convencida de que es culpa suya. Llora porque su marido también se culpa, lo que hace que sea difícil de soportar.
Llora porque todas sus hermanas tienen hijos. Llora porque una de sus hermanas no quiso tenerlo. Llora porque su mejor amiga está embarazada. Llora porque su madre no deja de decirle: «Cariño, ¿a qué esperas?». Llora porque sus suegros quieren ser abuelos cuanto antes. Llora porque su vecino tiene gemelos, pero los trata mal. Llora porque una chica de sólo 16 años se quedó embarazada sin quererlo. Está llorando porque es una tía maravillosa. Está llorando porque ya ha elegido los nombres. Llora porque esa habitación de la casa está vacía. Llora porque su marido sería un padre maravilloso. También llora porque sería una buena madre, pero no lo es.
En otro lado hay una mujer de 34 años con cinco hijos.
Le preguntan: «¿Cinco? Dios mío, ¡espero que hayas terminado!». Luego se ríen. Pero, ¿por qué este tipo de comentarios deberían considerarse divertidos? La mujer también sonríe, pero sólo por fuera. Cambia de tema y luego llora sola….
Llora porque vuelve a estar embarazada y no puede expresar su alegría. Llora porque siempre ha querido tener una familia numerosa, pero no entiende por qué la gente la critica. Llora porque no tuvo hermanos ni hermanas y sufrió la soledad de niña. Llora porque su abuela tuvo doce hijos, y a ella le gustaría tener ese número de hijos. Llora porque no puede imaginar su vida sin hijos, pero la gente piensa que son una especie de castigo. Llora porque no necesita la compasión de nadie.
Llora porque la consideran irresponsable. Llora porque se siente incomprendida. Llora porque ella y su marido pueden cuidar de su numerosa familia sin problemas, pero eso no parece importar. Llora porque está cansada de los comentarios «divertidos». Llora porque a veces le asaltan las dudas y se pregunta si debería haber parado. Llora porque los demás son buenos para juzgar, pero no para ayudar. Llora porque está cansada de ser juzgada. Llora porque la gente es grosera. Llora porque lo único que quiere es poder vivir en paz.
Otra mujer tiene 40 años y un hijo.
La gente le pregunta: «¿Sólo uno? ¿No querías más?» «Me conformo con una sola», responde tranquilamente, una respuesta probada y bastante convincente. Nadie pensaría que, por una vez, ella lloraría….
Llora porque ese único embarazo suyo fue un milagro. Llora porque a su hijo le gustaría tener un hermanito o hermanita. Llora porque hubiera querido tener al menos tres hijos. Llora porque tuvo que poner fin a su segundo embarazo de riesgo. Llora porque los médicos le dicen que sería un gran peligro tener otro. Llora porque se esfuerza por cuidar a su único hijo. Llora porque su marido no quiere ni pensar en la posibilidad de un segundo hijo. Llora porque su marido ha muerto y no se ha enamorado de nadie.
Llora porque está centrada en su carrera y no sabe cómo solucionarlo. Llora porque piensa que es egoísta. Llora porque aún no tiene todos los kilos de su primer embarazo. Llora porque la depresión posparto ha sido agotadora. Llora porque no puede imaginar lo que sería tener que pasar por todo de nuevo. Llora porque tiene algunos problemas de salud que se agravarían con otro embarazo. Llora porque tendrá que someterse a una histerectomía. Llora porque querría tener otro bebé, pero no puede.
Estas mujeres están en todas partes.
Son nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo y nuestras hermanas o primas. Nuestras opiniones no son necesarias. El cuerpo es suyo y siempre debemos tenerle respeto.
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