Los gemelos con Down y la decisión de una pareja en apuros
Criar a un niño con síndrome no es fácil. Cuando son gemelos que sufren de Down, se convierte en un acto de valor aún mayor. Y un gran amor. Julie y Dinamarca, son una pareja feliz con un hijo propio y tres hijos de su primer matrimonio.
En cierto momento de sus vidas, empezaron a sentir el deseo de tener también una hija, así que decidieron probar suerte. Cuando Julie se enteró de que estaba embarazada, la alegría fue abrumadora, incluso después de que les dijeran que no iban a tener una niña, sino dos niños.
La noticia sorprendió a la pareja. Pero fue la siguiente noticia la que les sorprendió aún más. Dado que, a partir de los 40 años, los riesgos relacionados con el embarazo son bastante elevados, los médicos aconsejaron a la madre que se sometiera a algunas pruebas rutinarias.
Y se prestó especial atención a la prueba sobre la posibilidad de tener gemelos con síndrome de Down. Una prueba que, desgraciadamente, resultó positiva.
Fue un descubrimiento devastador para la pareja. Se encontraron incrédulos, perdidos y, sobre todo, conscientemente no dispuestos a criar a dos niños con esa patología. Dos niños que necesitan atenciones y cuidados diferentes. De ahí la difícil decisión inicial de dar a los niños en adopción. Una elección que fue criticada por muchos y que ninguna de las personas de su entorno compartía.
Porque esos dos niños necesitaban a su madre. Al principio, un pariente de la pareja se presentó y estuvo dispuesto a acogerlos. Pero después de un tiempo, cambió de opinión.
Así que Julie y Dan decidieron informarse sobre el síndrome de Down. Sobre sus características, las necesidades y el tipo de vida que conlleva. Detalles fundamentales que les permitieron no sólo comprender mejor la situación, sino aceptarla. Y para avanzar. Pero juntos. Así que decidieron quedarse con los gemelos y criarlos exactamente como habían criado a los demás. Con todo el cariño posible. Hoy son una familia feliz, a pesar de las dificultades que, por supuesto, existen. Sin embargo, realmente parece que la voluntad y el afecto triunfan donde la razón (a veces) fracasa.
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