El suceso ocurrió en Bangkok, Tailandia. Una historia dramática y emotiva a la vez, que conmueve y hace reflexionar. Una historia de amor entre una madre y su hijo. La protagonista es una perrita que, en la calle, acepta un trozo de pollo de un transeúnte que se lo ofrece, movido a compasión por ese animal visiblemente hambriento.
Pero el perro, agarrando el bocado entre los dientes, no lo devora sino que huye. Al cabo de unos minutos, el perrito vuelve y, con ojos suplicantes, pide más comida. El hombre, de corazón tierno, le ofrece un poco más y, también esta vez, el animal se va sin comerlo.
Decidido a comprender la dinámica de ese comportamiento, el transeúnte va tras él. Y descubre algo realmente increíble pues el animal lleva la comida a sus cachorros hambrientos.
La escena en la que el hombre es espectador no sólo es emocionante sino que está llena de significado. Un significado que se refiere a un fuerte sentido de la responsabilidad que viene a mover. Ese perro, de hecho, no pedía comida para sí mismo, sino para sus cachorros. Vagó por las calles con la esperanza de encontrar algo de comer para llevarles. Un instinto maternal que lleva a la reflexión. Y a una conciencia inevitable.
LEA TAMBIÉN:
El pitbull de grandes dimensiones que ha acabado con la vida de su dueño de 26 años será presumiblemente sacrificado tras lo sucedido.
El presunto asesino en serie queda con los hombres a través de apps de citas y posteriormente los droga para robarles en Bilbao.