El cierre del ocio y la restauración ha trasladado comidas a plazas y parques. Este ha sido el primer fin de semana de clausura de bares. Sin embargo, incluso con los restaurantes y bares cerrados para frenar el auge de contagios por la Covid-19 no se han suspendido reuniones.
Se han visto concentraciones de gente en plazas y parques comiendo y bebiendo al aire libre. Este tipo de conductas se han saldado con más de un centenar de denuncias.
Las nuevas medidas que comenzaban a entrar en vigor el fin de semana del 16 de octubre, no solo conllevaba la clausura de la hostelería, sino también la prohibición de comer en la calle.
Se recomendaba la compra de productos y su debida consumición en casa y no en la vía pública.
Esta no es más que otra de las medidas para evitar la socialización y los contagios en tiempos de pandemia. Sin embargo, esta restricción no se ha cumplido ni en parques, ni en playas.
El parque del Poblenou mantuvo cerrada su zona de picnic, pero los alimentos se acabaron consumiendo en el césped, en la zona verde con improvisados picnics. La mayoría de las personas no cumplían las medidas de seguridad. No portaban mascarillas.
Encontramos el mismo caso en el parque de la Ciutadella, donde el domingo 18 de octubre, centenares de personas se concentraron para pasar el rato.
Este acontecimiento era obvio de imaginar. Los asistentes compraban la comida en alguno de los bares de la zona y se la comían en el césped. Ferran, vecino que pasó la tarde junto a su novia.
«Hacía días que habíamos quedado para comer, pero con las nuevas medias hemos buscado otra alternativa», comentó.
Otro destino donde se pasó la noche fue Collserola, donde se organizó un botellón. Los Mossos y la Guardia Urbana de Barcelona desalojaron a 573 personas y 112 acabaron denunciadas.
Sin embargo, el caso más extremo se dio en una masía en El Catllar, Tarragona. Los Mossos clausuraron una fiesta con 130 asistentes. El evento incumplía el aforo máximo permitido, bailaban sin mascarilla y no respetaban las distancias de seguridad.
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