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Más de 100 chiringuitos catalanes en asociación para compartir demandas

Les preocupan los cánones que deben pagar a las instituciones y cómo afrontar la temporada tras el Covid-19.

chiringuitos catalanes
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Muchos de estos negocios estacionales se plantean si merece la pena abrir en esta estación debido a las consecuencias que el Coronavirus va a tener en el turismo. Por primera vez, más de 100 chiringuitos estivales de la costa catalana han decidido constituirse en la Associació de Xiringuitos de Catalunya para velar por su futuro y reivindicar demandas históricas.

“Hace tiempo que los chiringuitos nos encontramos en un vacío legal y eso hace que nos sintamos indefensos”, explica el fundador y presidente de la asociación, Basel Junaidi.

Chiringuitos catalanes en asociación para compartir demandas

La primera meta de la Associació de Xiringuitos de Catalunya es beneficiarse de una cooperación mutua. “La gran mayoría nos vemos como competencia, pero debemos romper el paradigma y ser más comunicativos”, afirma Junaidi, para intentar salvar la temporada y crear un manual de buenas prácticas para frenar los contagios. Olga García, propietaria del chiringuito “Tottanua” aclara los duros trámites necesarios para poder abrir tu negocio: “Este mundillo está dividido por el miedo. Hay que pensar que cada Ayuntamiento hace un concurso, al cual te presentas con un proyecto y con una apuesta económica muy dura y secreta. En el fondo es como una subasta: gana quien tiene más dinero.

Y luego hay que cumplir con el pliego de cláusulas del consistorio. La competencia nos divide y no nos deja ver lo que pasa en otros municipios” El grupo ve como una necesidad ofrecer un frente común a nivel jurídico y convertirse en un interlocutor de peso tanto ante las instituciones como ante sus proveedores. De momento, desde su fundación el 12 de abril ya se han sumado 115 chiringuitos. Aseguran que cada chiringuito es un mundo, ya que varían tanto las temporadas en las que están activos como las actividades que ofrecen, desde una simple cerveza y comida al momento hasta música en directo con sesiones de yoga y meditación.

Sin embargo, sostienen que hay un conjunto de demandas históricas que influyen a todos. Según el presidente de la asociación, lo que más los une es la sensación de indefensión: “Este año es el Coronavirus, pero en el 2017 fueron los atentados”, recuerda. También cita los daños del temporal Gloria, que “ha engullido muchas playas”, y sobre todo la falta de un marco legislativo claro y de toda España.

Al margen de estas demandas, su gran incógnita es saber si los Ayuntamientos rebajarán, aplazarán o mantendrán los cánones a los negocios de playa, un tema sobre el cual la asociación no se ha posicionado pero que sí lo han hecho los socios a nivel particular. “Las instituciones deben entender que no se puede pagar lo mismo que en 2019; el canon debe ser realista y debatible”, expresa la propietaria del Tottanua. Tanto ella como otros propietarios confiensan que, aunque el Ayuntamiento les arregle el pago, no podrán abrir “si no hay turismo”.

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